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CARTA DEL PRESIDENTE

Alerta máxima: las lágrimas de cocodrilo del autócrata

Alerta máxima: las lágrimas de cocodrilo del autócrata
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· Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

domingo 05 de mayo de 2024, 10:03h
El punto y aparte de Sánchez denota un comportamiento más animal e instintivo que racional y humano. Y políticamente resulta amenazante, en el sentido más despreciativo y alarmante del término (si es que hay alguno realmente positivo y benéfico). El presidente se ha convertido en un peligro público, por lo que ha perpetrado y por lo que maquina a futuro. Las suyas son lágrimas de cocodrilo, las de un hipócrita, fuera de sí, que después de causar un daño enorme y en gran medida irreparable se echa a llorar y se lamenta amargamente no se sabe muy bien de qué, porque no le asiste argumento alguno que no sea su afán de pasar a la sociedad española un rodillo totalitario, pulverizando los engranajes más sagrados de nuestro sistema democrático. Replegado sobre su propia soberbia, ciego sin remedio.

Como el cocodrilo después de haber destrozado a una víctima, Sánchez -sin generar ninguna credibilidad ni afecto sino el de sus iletradas, apesebradas y fanáticas huestes- finge dolor y tristeza. La mala bestia devorando a sus presas. El verdugo pidiendo no ya comprensión sino compasión para sí mismo. Hasta ese desguace está llevando a España y a una institución como es la Presidencia del Gobierno.

La actuación ha sido -es- la de un iluminado, sí; la de quien ve fantasmas por doquier y construye desde su búnker agravios y enemigos inexistentes; la de quien huye hacia adelante fracturando y lesionando un cuerpo social de 47 millones de españoles; la de quien coloca en su bastarda diana, con un palillo en la boca y acodado en la barra de un bar, a jueces, magistrados, periodistas y hasta empresarios.

Pero, precisamente, el haber consumado esa actuación de manera tan groseramente inaceptable y explícita, el haberla magnificado sin ambages en un estilo sólo imaginable en un tiranuelo caribeño o un cacique de otra época es lo que le va a dar fuerza a la sociedad civil para ya no dormirse, para ya permanecer con la guardia alta, para ya responder (deliberadamente, cada día, en cada gesto) frente a un autócrata.

Hay batalla que dar. Y hay esperanza de ganarla frente a quien quedará, en los arcenes de la Historia, caricaturizado como poco más que un matón de discoteca; un Koldo -sólo por el capricho de los tiempos- venido fugaz y esperpénticamente a más.

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