Entre sus principales responsabilidades se encuentra la redacción del Estudio de Seguridad y Salud o, según el caso, del Estudio Básico. Este documento recoge los riesgos previsibles, las medidas preventivas aplicables, la planificación de los trabajos y los criterios para el uso de equipos de protección colectiva e individual. Además, se encarga de verificar que el proyecto contemple aspectos relacionados con el acceso, la circulación interna, el almacenamiento de materiales y la señalización.
Durante la ejecución, el coordinador tiene la obligación de supervisar que las empresas contratistas y subcontratistas cumplan con lo establecido en el plan. Esto incluye la aprobación inicial del Plan de Seguridad y Salud, el seguimiento eficaz de su cumplimiento y la auditoría documental de todas las empresas y trabajadores presentes. Además, se emiten actas e informes mensuales en cumplimiento con lo dispuesto en el Real Decreto 1627/1997, que regula las condiciones mínimas de construcción.
La coordinación no sustituye las obligaciones del resto de los agentes de la obra, pero sí establece una figura técnica que vela por el cumplimiento de los protocolos. Entre sus tareas también se incluyen la gestión de reuniones, la elaboración de informes y la actualización del plan cuando se modifican condiciones en el desarrollo de los trabajos.
Las empresas que ofrecen este tipo de servicio suelen contar con equipos multidisciplinares formados por técnicos superiores en prevención de riesgos laborales, ingenieros, arquitectos y aparejadores con formación específica. En este contexto, desde la empresa Akros, agregan: “Esta combinación permite analizar de forma integral los riesgos asociados a cada fase constructiva y diseñar medidas eficaces que se adapten a las características de la obra”.
Además, estas firmas asesoran a los promotores y a las direcciones facultativas en la interpretación de la normativa aplicable, la elección de sistemas de protección adecuados, la validación de planes de las contratas y el control del cumplimiento de las obligaciones legales por parte de todas las partes intervinientes. Su intervención reduce de forma significativa la probabilidad de accidentes y mejora los estándares de forma generalizada.
Otro aspecto relevante es la adaptación a los distintos tipos de construcciones. No es lo mismo coordinar una obra nueva que en una rehabilitación, en trabajos de mantenimiento o en demoliciones. Cada situación exige una evaluación específica y una respuesta técnica ajustada, por lo que la experiencia y la formación continua del equipo coordinador son claves para garantizar la eficacia del servicio.
Las exigencias normativas en materia de prevención han contribuido a profesionalizar este sector. Hoy en día, muchas empresas constructoras consideran imprescindible contar con una coordinación externa para garantizar el cumplimiento de la legislación y mejorar su imagen corporativa en relación con el cuidado del personal.
Contar con profesionales que supervisen de forma rigurosa las condiciones de seguridad permite ejecutar edificaciones más ordenadas, eficientes y responsables. La figura del coordinador no solo cumple con una obligación legal, sino que aporta valor al conjunto del proceso constructivo, integrando la prevención como parte estructural del trabajo.
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