La frase popular "la caridad bien entendida empieza por uno mismo" cobra aquí un matiz irónico: los que legislan o gestionan, cuidan primero de sus círculos, relegando el interés común.
La sociedad civil, por su parte, acusa ya fatiga. El cansancio de ver cómo se repiten los patrones erosiona la legitimidad del sistema. La indignación va dando paso al hastío. ¿Hasta cuándo se tolerará esta dinámica sin consecuencias reales?
Esperemos no olvidar tantas crisis, cuando vuelvan los “cánticos de sirena” en periodo electoral.
Mientras tanto, más que indignación, empieza a calar la desafección. Y esa es, posiblemente, la peor de las situaciones para la Política: ¡la del ánimo ciudadano!
Valga el laconismo en esta ocasión como otra muestra más en situaciones de tensión o conflicto en la que el ciudadano se siente confundido.