Ayer supimos, a través de una entrevista en prensa, que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, sopesa no volver a presentarse en las próximas elecciones municipales, previstas para mayo de 2027. En un alarde de sinceridad y humanidad, poco habitual en la política, reconoció que su reciente paternidad le ha cambiado y que ya no es el mismo que encabezó la candidatura que le otorgó una mayoría aplastante en la capital en el año 2023. No cabe duda de que José Luis Martínez-Almeida ha marcado un antes y un después en la política madrileña. Llegó a la alcaldía en 2019 como un candidato relativamente desconocido y, con un estilo cercano y un tono conciliador, supo ganarse el afecto de muchos vecinos que, a priori, no le habían depositado su confianza. En 2020, consiguió algo que parecía imposible en plena crispación política: el apoyo de todas las formaciones durante la pandemia de la Covid-19. Ese consenso, efímero pero histórico, reveló su capacidad para anteponer el interés general a las siglas.
Almeida ha sido también un regidor de contrastes. Por un lado, su gobierno ha impulsado grandes proyectos de transformación urbana, como la consolidación de Madrid Nuevo Norte, que ha situado a la capital de España en el mapa internacional de la inversión y la innovación. Por otro, ha mostrado especial atención a los distritos periféricos, consciente de que Madrid no solo se mide por la monumentalidad de su centro, sino también por la calidad de vida en distritos como Carabanchel, Usera, Vicálvaro, Vallecas o Villaverde. Su empeño en reforzar los equipamientos públicos y mejorar las infraestructuras en esas zonas refleja una visión de ciudad más equilibrada y justa.
Los datos públicos de ejecución presupuestaria hablan por sí solos en todas las áreas de gobierno. Mientras que en la legislatura liderada por la anterior alcaldesa, Manuela Carmena, algunas partidas apenas traspasaban el umbral del 50 % de ejecución, ahora superan ampliamente el 90 %. Es lo que separa las buenas intenciones, que no dudo que Carmena tuviera, de la capacidad real de gobernar y ejecutar proyectos en beneficio de la ciudadanía.
En lo que respecta a la editorial que dirijo, Almeida apoyó de manera entusiasta la colección 21 distritos, 21 libros y en muchas ocasiones me instó a seguir narrando la historia de Madrid en un catálogo que ya supera los setenta títulos sobre la ciudad. Allí está la hemeroteca y le agradezco de corazón que lo haya hecho, porque ese respaldo no solo dignificó nuestro trabajo, sino que también reforzó la idea de que la cultura y la memoria histórica de Madrid deben ocupar un lugar destacado en la vida pública.
Por supuesto, aún quedan dos años de legislatura y tiempo habrá para balances definitivos. Pero lo cierto es que, más allá de lo que decida en 2027, José Luis Martínez-Almeida ya ha dejado huella. Será recordado como un alcalde que no se escondió en los momentos difíciles, que estuvo en la calle durante la tormenta Filomena, que supo mantener el sentido del humor incluso en la adversidad y que gobernó con una mezcla de pragmatismo, cercanía y visión estratégica.
Por todo ello, me atrevo a afirmar que Almeida pasará a la historia como uno de los mejores alcaldes de Madrid. Y aunque el futuro aún está abierto, hay una certeza que no cambiará: la ciudad siempre estará en deuda contigo.