El directivo considera que la revisión adelantada por Bruselas es una oportunidad para replantear el enfoque europeo, centrándolo en garantizar una “transición ordenada, sostenible y realista, que no penalice al consumidor ni al tejido industrial”.
Los híbridos, una solución intermedia ante la falta de infraestructura Aunque la movilidad tiende a la electrificación, los vehículos híbridos siguen utilizando motores de combustión y representan una alternativa práctica y de menor impacto para muchos conductores. “Mientras no exista una red de carga accesible y fiable en todo el territorio, los híbridos se convierten en la opción más razonable: combinan lo mejor de ambos mundos y permiten avanzar hacia la descarbonización sin dejar a nadie atrás”, apunta Montero.
En España, la implantación de puntos de carga pública sigue siendo insuficiente y desigual, lo que limita el crecimiento del coche eléctrico. Según datos del sector, la cuota de vehículos eléctricos puros aún no alcanza niveles que permitan un cambio total del parque automovilístico, especialmente fuera de los grandes núcleos urbanos.
La movilidad del futuro será eléctrica, pero la prioridad debe ser construir una infraestructura energética sólida y accesible, capaz de responder al aumento progresivo de la demanda.
“Solo con una red preparada y una planificación coordinada entre países podrá garantizarse una transición justa y eficiente hacia un modelo de transporte descarbonizado y competitivo”, concluye Montero.