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El momento crucial de Vicálvaro

· Por J. Nicolás Ferrando, director de Artelibro Editorial

Presentación de Valderrivas, la fábrica que cimentó Vicálvaro, el pasado 5 de noviembre de 2025.
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Presentación de Valderrivas, la fábrica que cimentó Vicálvaro, el pasado 5 de noviembre de 2025.
El distrito madrileño de Vicálvaro vive un momento crucial en su milenaria historia, al estar próximo a cumplirse setenta y cinco años de su anexión a la capital. Una anexión plenamente justificada y acertada por el imparable crecimiento de Madrid, que comenzó a vislumbrarse a principios del siglo XX y que la Segunda República no pudo culminar debido al estallido de la Guerra Civil, aunque sí impulsó con entusiasmo, según reflejan las actas depositadas en el Archivo de Villa. El proyecto de un Madrid fuerte e integrador no fue, ni mucho menos, una idea novedosa. Siguió la estela de otras grandes urbes internacionales como México D.F., Berlín, Buenos Aires o Tokio, entre muchas otras. Y me atrevería a afirmar que, en comparación con otros lugares del mundo, Madrid actuó con un espíritu mucho más integrador hacia los municipios que anexionó, entre los que se encuentra Vicálvaro, donde aún persiste una pequeña minoría reticente a celebrar aquel proceso.

También se inspiró en los parámetros de Barcelona, aunque con un proceder distinto, donde no se permitió alegación alguna ni se abrió un espacio de tiempo preparatorio. En 1897, la ciudad condal incorporó seis municipios —Sants, Les Corts de Sarrià, Gràcia, Sant Andreu de Palomar, Sant Martí de Provençals y Sant Gervasi de Cassoles— con el propósito de construir una urbe moderna y vanguardista. Y lo consiguió. Hoy nadie se atrevería a cuestionar aquella decisión administrativa que la engrandeció, porque hacerlo sería ir en contra de su propio éxito. Y para eso, los catalanes saben cerrar filas con admirable determinación. “La pela es la pela”, reza un refrán popular que encierra más sabiduría de la que parece.

A Vicálvaro, la anexión le vino muy bien. Hoy vive un momento particularmente dulce y evocador, con un notable crecimiento demográfico y un decidido esfuerzo presupuestario por parte del Ayuntamiento de Madrid. De ahí que este tiempo que ahora atraviesa sea, sin duda, uno de los más importantes de su historia.

En este contexto, también atraviesa una etapa fértil en el ámbito cultural y editorial. Se han publicado —o están en preparación— numerosos trabajos que buscan arrojar luz sobre episodios decisivos de su pasado. Conviene felicitar, en este sentido, a la Asociación Vicus Albus y a la Junta Municipal de Vicálvaro, que están redoblando esfuerzos y avanzando hacia la materialización del tan anhelado museo del distrito. Las intenciones, me constan, son las mejores.

Artelibro, la editorial que dirijo, no es ajena a esta efervescencia y ha publicado los siguientes libros:

*Vicálvaro y la Vicalvarada, firmado por la profesora Lourdes Sánchez.

*Los alcaldes de Vicálvaro (1851-1951), de Agustín Fernández Escudero y Valentín González Gálvez.

*Valderrivas, la fábrica que cimentó Vicálvaro, de Juan Julián Elola Ramón y Valentín González Gálvez, presentado el pasado 5 de noviembre en el Centro Cultural Fuente de San Pedro-Valderrivas, actual nueva sede de la Junta Municipal.

*La fortuna del duque de Sevillano. Historia de un vicalvareño que llegó a ser un gran capitalista, también de Agustín Fernández Escudero y Valentín González Gálvez, que se presentará el próximo 26 de noviembre en el Centro Cultural El Madroño.

Y ya se encuentra en preparación un volumen monográfico sobre los 75 años de la anexión de Vicálvaro a Madrid, una obra que pretende rendir homenaje a un territorio que ha sabido mantener su identidad mientras abrazaba el progreso.

Vicálvaro está escribiendo hoy una de las páginas más luminosas de su historia. Lo hace desde la memoria, la cultura y la conciencia de pertenecer a una ciudad que nunca ha dejado de crecer. Si en 1951 Madrid la integró en su seno, hoy es Vicálvaro quien aporta a Madrid una lección de vitalidad, de arraigo y de esperanza. Su momento crucial no es solo una conmemoración: es una promesa de un futuro apasionante.

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