Esto me lo ha recordado uno de los “reels” que aparecen en FB, sobre la remodelación de las viviendas “gratis total” de dos ministros. Era una entrevista televisada de La Trece, a un empresario de reformas, sobre el coste de las mismas, en esas vivienda tan “sociales” (menestra y menestro), en la que se daban las cifras totales: 1 millón de euros. El precio de una reforma integral de lujo, con domótica incluida, dijo el empresario, oscila entre 600 y 1200 €/m2 En total eran 575 metros, que el entrevistado calculó a precio máximo y ya salían cifras aberrantes. Yo lo haré a precio medio, para tener cifras reales. 575x900 son 517.500 euros. Lo que se decía: la mitad. Y claro, son bocados muy suculentos, para un país en el que falla descaradamente el sistema de controles, desde los internos de la Administración, al judicial. Es la Transición que nunca se hizo, la del control del poder y de la que el Sanchismo es sólo el corolario. Así nos va.
Por eso, en mayor o menor medida, la corrupción afecta a todos los partidos, empezando por los mayoritarios, que chapotean en ese cieno (dorado) y salen continuamente “retratados” por la UCO. Los dos. Desde el 2%, según dicen, en el “caso Cerdán, Ábalos… and so on”, que afecta al PSOE, hasta las comisiones de las mascarillas, del Presidente, Vicepresidente, etc. de la Diputación de Almería, que son del PP. Pero lo mismo sucede en partidos que venían a regenerar, como Podemos. Al principio dijeron que no cobrarían más de tres veces el salario mínimo. No duden que básicamente por eso lo subieron. Después olvidaron también la promesa.
No son sólo las comisiones. Uno, antes de ser catedrático, en un entorno asimismo marcado por los escándalos -y lo que no se sabe-, desempeñó puestos funcionariales de responsabilidad en varias Administraciones, y claro, he visto muchas cosas, desde el que encarga estudios inútiles, para sacarse la comisión, quemando literalmente dinero público, al alto cargo austero que invita a comer a sus funcionarios, para que sus compañeros no le afeen que les pone en evidencia, al no usar sus gastos de representación, a la pedrea de los “contratitos” de servicios determinados, igualmente inútiles, o las veinte mil subvenciones en proyectos sin ton ni son, para alimentar a las bases corruptas del partido. Y mucho más, en un sistema presupuestario demencial, donde si no gastas lo que a la postre no necesitas, te lo quitan para el siguiente ejercicio. Y finalmente -last but not least- la corrupción moral, la peor de todas, pero de esa hablaremos otro día.