DESDE LA TRINCHERA
Andalucía, el primer aviso
Por Alberto Pertejo-Barrena
sábado 28 de marzo de 2015, 09:44h
Desde que estaba en la radio, tanto en Intereconomía, como luego en Radio Inter y finalmente en radio libertad, siempre dije lo mismo. Los estrategas de salón, nunca han ganado una guerra. Ni lo harán. Y el PP, todavía se cree que esta guerra electoral del 2015 se puede ganar debatiendo en un despacho y unas cuantas cuentas de la lechera. Los postulados de Arriola se pueden convertir en un lastre electoral para el PP. Un peso muerto que puede hacer que el PP termine por hundirse en el fango electoral de este año 2015. Este año es una verdadera guerra de trincheras, de escaramuzas y golpes de mano, de estrategias a corto plazo y con la precisión del francotirador. No es una guerra para generales de salón y oficiales que solo han pisado la Academia.
Como a los toreros malos con el estoque, ayer sonó el primer aviso. El segundo, puede ser las municipales de mayo y el tercero, el que manda el toro al corral, las generales. Ayer sonó el clarín del miedo en la calle Génova de Madrid. La línea roja estaba en los 35 diputados y solo se consiguieron 33. El PSOE, con un resultado en general malo comparado con otras convocatorias, salvó los muebles. Y decentemente además.
El PP sabía que no iba a ganar, pero pensaba que iba a perder con dignidad. Perdió, sí. Y por diferencia sustancial, que hacen aún más dolorosa la derrota del PP. Porque si el PSOE se hubiera estrellado, otro clarín hubiera sonado. Mal de muchos, ya saben, consuelo de políticos profesionales. El Partido Popular ha sido derrotado con cierto estrépito en Andalucía, no por el candidato, que pasa por ser lo único con cara y ojos del partido allí. Ni por el empuje de Podemos, que no ha sido tanto, ni por el de Ciudadanos, que tampoco ha explotado. Ha perdido por las promesas electorales incumplidas, la inacción con Cataluña, con los Pujol, con Mas y el resto de independentistas irredentos, la ausencia de Rajoy en momentos clave de la vida diaria, la falta de compromiso efectivo con los casos de corrupción del partido y las majaderías de Montoro… Y podemos seguir enumerando. El PP ha perdido por el PP, por seguir anclado en él mismo y no saber –o no querer– leer las señales inequívocas y claras de la sociedad.
En definitiva, Rajoy ha perdido. Porque ha sido él el que ha elegido fiarlo todo a una recuperación macroeconómica que no termina de verse aún en los hogares españoles. Ha perdido porque no sabe que esta guerra no se gana en un plano y desde un despacho. Se gana en la trinchera y disparando con efectividad. Sin embargo, en Génova imperan los generales de entorchado y uniforme impoluto.
Rajoy tiene que soltar el lastre de Arriola
Rajoy no puede estar en manos de un estratega de salón como Arriola. No puede dejarse asesorar por quien permitió, o ideó que PODEMOS saliera a la luz pública. Él, con su calculadora y su uniforme recién planchado pensó que este partido de neocumunistas, podría ser la clave para lograr una mayoría suficiente y romper el voto de la izquierda. Entonces, el PP ganaría con un 35% de los votos. Sobre el papel, muy bien. Pero Los Frankesteins salen ranas muchas veces. Y a Rajoy –o Arriola– le han salido dos. Y gordos. PODEMOS no arrasa en el PSOE, sino que fagocita a IU en Andalucía, mientras que CIUDADANOS le roba sus 9 escaños al PP. Todos y cada uno de ellos. La estrategia se ha ido al garete con la primera ráfaga de votos.
Esta guerra se gana con acciones puntuales, efectivas, de fácil entendimiento para el ciudadano. Se ganan parando los pies a Mas. No eludiendo el tema y dejando que se muera por inanición. Se gana sujetando a Montoro y su afán recaudador. Se gana afeándole sus memeces. Se gana bajando los impuestos. Se gana haciendo que los jóvenes puedan tener esperanzas de trabajo. Se gana con presencia en televisión explicando por qué se hacen ciertas cosas. Y, sobre todo, se gana, encerrando a los corruptos. Sean quiénes sean. Y sepan lo que sepan. El ciudadano quiere que se le plante cara a la corrupción y que se bajen los impuestos de verdad. Que se dejen los enjuagues a un lado y que haya una respuesta firme a la crisis y lo que nos dicen que son sus últimos coletazos. Hoy se precisa firmeza y precisión. Cosas que Rajoy, precisamente, no tiene.
Les voy a dar un ejemplo con lo de Cataluña, de cómo se podía haber capeado ese desafía y anotarse un tanto
Hubo quien le dio la idea de convocar un referéndum en toda España para parar el debate catalán con una pregunta realmente complicada a la hora de negarse. Era “¿Usted quiere que Cataluña siga siendo parte de España y de la Unión Europea?”. Estoy seguro que muchos catalanes, al leer esa pregunta o no votarían, o se abstendrían o tendrían los estelados de decir que NO. Rajoy lo aparcó porque Arriola le dijo que nones. Que él negociaría con Mas que el simulacro de referéndum no se celebrase. Y si no, que me lo desmienta Rajoy. Como dicen en cierto programa deportivo de la madrugada. Ni siquiera se negó a hacerlo. Simplemente, lo dejó dormir. Lo escondió en un cajón y como siempre, pensó que el temporal pasaría.
No es todo (macro) economía
Aunque haya gente que me contradiga, con la macroeconomía no se han ganado jamás unas elecciones. Siempre, siempre, tiene que venir de la mano de la micro. Que se note en el bolsillo de los españoles, de las pymes y de las amas de casa. Si no, son disparos de fogueo. Al votante, le queda muy lejos el PIB, ya sea masculino como dijo esa prócer de nuestra política, Leire Pajín, o femenino. Tiene que tener respuesta directa en el bienestar de los españoles. No es suficiente que nos digan que somos el país de Europa que más crece o que mejor está afrontando esta parte de la crisis. Hubiera sido muy sencillo bajar los impuestos. Y no de la forma que lo ha hecho el trilero de Montoro. No, hay que bajarlos y dejarse chorradas. Y hay que adelgazar a la administración, claro. Pero sobre todo, hay que dejar que los ciudadanos tengan con qué salir de la crisis por ellos mismos. Es decir, dinero en sus bolsillos, para gastar, para invertir o para dejarlo a sus hijos.
El futuro
No quiero el puesto de Arriola. Quizá su sueldo, pero no su despacho. Aun así, voy a darle unos consejos a Rajoy que pueden hacer que termine por salvar esta guerra de trincheras. Lo primero que tiene que hacer es afrontar la corrupción con firmeza. Que la gente vea que en efecto se castiga a los culpables. Y que devuelven el dinero, claro. Lo segundo, es como he dicho antes, bajar los impuestos. Directos, indirectos y mediopensionistas. Hay que adelgazar la administración y que nos cueste menos. Y lo tercero, ya puede empezar a hablar con Alberto Rivera. Es posible que sea quien le permita seguir gobernandop los próximos 8 años. Porque por él mismo, ya les digo yo (y cualquiera) que no.
Y saben lo malo, que no soy del PP. Ni de lejos, ni por el forro y me considero lejos de lo que son. Me parece más afín mi tocayo catalán. Lo que sí creo que sería la puntilla para España, es una pinza PSOE, PODEMOS e IU. Eso sí que sería para apagar e irse.