Como se desprende de la documentación aportada recientemente al Juzgado por la defensa de la familia Kokorev, El País llegó a utilizar torticeramente, en mayo de 2012, declaraciones del empresario Fernando Martínez Abolafio, socio de Hermanos Martínez SL (una empresa española con más de 40 años de trabajo en Guinea Ecuatorial), en el sentido de que Vladimir Kokorev jamás había tenido barcos ni se había dedicado a la pesca. Hasta el punto de que el abogado del citado empresario llegó a solicitar al periodista que firmaba las informaciones, José María Irujo, la rectificación de esas palabras por ser falsas.
No sólo eso, Martínez Abolafio puntualizó ya en su momento que: 1) había mantenido relaciones comerciales con Vladimir Kokorev y su sociedad Kalunga desde 1992 hasta, aproximadamente, 1997; 2) la actividad desarrollada consistía en el transporte de pescado congelado, que se llevaba a cabo por medio de dos barcos congeladores; 3) el pescado era de origen angoleño, marroquí o mauritano, y el señor Kokorev “lo conseguía por las buenas relaciones que tenía con la flota pesquera del Atlántico Sur”; y 4) las transacciones comerciales se iniciaron y terminaron “sin el menor incidente y en un clima de total confianza y beneficiándose ambas partes”.
Más allá de esa información, este relevante cliente constata que, concluidas las actividades de venta de pescado, le pidió a Kokorev que le comprara barcos pequeños de cabotaje para la zona del Golfo de Guinea, como así hizo. En esas operaciones hubo “facilidades de pago” y transferencias que se llevaban a cabo “mensualmente” desde la antigua colonia española a la compañía Kalunga.
Se trata de un procedimiento corriente para una empresa,
Hermanos Martínez, afianzada y con líneas comerciales muy sólidas implantadas entre Camerún, Gabón y Guinea Ecuatorial; con más de 350 vehículos, con capacidad en cámaras frigoríficas congeladoras de unas 7.000 toneladas en Bata y de 3.500 en Malabo, que destinaba y destina a la importación y distribución de pescado pero también de carne de aves despiezada, cerdo, vaca y productos varios para supermercado.
Dada la demostrada actividad comercial de Vladimir Kokorev en África y concretamente en Guinea Ecuatorial (por la cual percibió sus correspondientes ingresos del Gobierno de Guinea Ecuatorial) no es fácilmente comprensible
la prolongación de la prisión para el empresario, su mujer y su hijo; sin posibilidad de fianza ni cargos oficiales sobre los que sustentarla.