¿REINO MEDIEVAL?
¿Porque Uribe rechaza el nuevo acuerdo de paz?
· Por José E. Mosquera (@j15mosquera), periodista y escritor
sábado 26 de noviembre de 2016, 11:09h
El expresidente Álvaro Uribe y el ex procurador Alejandro Ordoñez, revestido de una falsas aureola de unas “mayorías” actúan con la arrogancia de reyezuelos medievales. El ex presidente Álvaro Uribe, es un líder diestro en marrullas y retóricas, un intérprete del estilo y de los métodos siniestros de hacer política a punta de mentiras y tergiversaciones del expresidente colombiano, Laureano Gómez. Uribe es la reencarnación política de ese líder de la ultraderecha clerical, protagonista de la violencia política colombiana que hizo inviable el país, en los decenios del 30 al 50 del siglo XX.
El expresidente Uribe como alumno aventajado del laureanismo, se ha caracterizados en ser un político que busca que Colombia, continúe viviendo en una polarización permanente para sacar provecho electoral. Un politiquero, calculador y sagaz en campañas engañosas para mantenerse en el poder, un auténtico caudillo de ultraderecha, autoritario, clientelista y camandulero.
Sus propuestas de paz no buscan el fin del conflicto, sino como ponerle un palo a la rueda al proceso de paz. Su petición de seguir las discusiones abiertas apuntan a mantener la incertidumbre sobre la refrendación del acuerdo, en el limbo su implementación y de paso la reinserción de los 7 mil guerrilleros de Las Farc a la vida civil.
Como se sabe, el Gobierno colombiano, después de extenuantes jornadas con los voceros del No, concretó más de 400 propuestas, 700 páginas de comentarios y precisiones, organizadas en 27 ejes temáticos. Documento llevado a La Habana para discutir el nuevo acuerdo con las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC). Se elaboró un nuevo acuerdo que recogió el 90 % de las propuestas del No, donde las Farc admitieron las incorporaciones de las propuestas del No. Finalmente los Pastores de las Iglesias Cristianas se declararon satisfechos. Sin embargo, nada de lo que se pactó satisface a los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, al ex procurador Alejandro Ordoñez y la exministra de defensa Martha Lucia Ramírez.
En un proceso de negociación de paz es impensable que todos los planteamientos que se llevan a una mesa de negociación sean aceptados literalmente por la contra parte como pretenden los cuatros mosqueteros del No. Seguir insistiendo como los hacen los líderes del No de cárcel para los guerrilleros y negarle su participación política en Congreso de la República no son propuestas realistas en proceso de paz. Las maniobras políticas de expresidente Uribe y sus aliados dilatar y bloquear la refrendación del acuerdo. Es claro que sus egos, sus vanidades y sus cálculos electorales están por encima de la reconciliación entre los colombianos.
Los cuatro se han autoproclamados propietarios de los votos del No y con ello han armado unas especies de chantajes al Gobierno sobre unas mayorías que no representan. El acuerdo de paz se ha convertido en el caballito de batalla de las metas electorales de los precandidatos presidenciales del Centro Democrático, el partido político del expresidente Uribe: Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque Márquez y Óscar Iván Zuluaga. Es evidente que para los tres, el acuerdo de paz se ha convertido en un trampolín para hacer visibles sus propuestas electorales.
Es increíble que en un país, donde el 63 % de los ciudadanos aptos para votar no votaron y solo lo hicieron el 37 % en el plebiscito. Una minoría que voto por el No, que representa menos de siete millones de colombianos, se erigen como los voceros de unas “mayorías” que significan menos del 14% de los 48 millones de colombianos.
El expresidente Álvaro Uribe y el ex procurador Alejandro Ordoñez, revestido de una falsas aureola de unas “mayorías” actúan con la arrogancia de reyezuelos medievales. El ex presidente Uribe con sus maniobras dilatorias y sus conocidas marullas lo que busca en el fondo es que se llegue a un gran acuerdo político nacional que permita sacar adelante una ley de punto final. Ley que permitirá la impunidad y que se oculten las atrocidades de los responsables de los crímenes asociados a los desplazamientos, el despojo de tierras, los falsos positivos y el paramilitarismo.