Lavapiés, uno de los barrios más populares de Madrid, ha sido escenario reciente de malas noticias, mostrando el rostro de la injusticia y sus respuestas violentas, similar a lo que ocurre en grandes ciudades europeas. Sin embargo, sus calles y sus vecinos son también motivo de inspiración para aquellos que desean contarnos otras historias. Es el caso de Maya Vinuesa y "Una habitación en Lavapiés", su primera novela. La narración se centra en la ciudad de Madrid, y en uno de sus peculiares barrios, donde presenta las historias de dos mujeres en dos épocas diferentes: los años cincuenta y los años noventa. La autora transmite su amor por esta ciudad y por este pequeño universo, testigo de un llamativo cambio cultural, donde la gente, los vecinos de su edificio, se mezclan y aparecen apellidos como García, Pérez, Chang, Ahdahaff o Ndione.
El argumento es el siguiente: después de la visita de Hari, un chico londinense de ascendencia india, Isabel decide abandonar la casa de sus padres e independizarse. Para ello elige el histórico barrio de Lavapiés. A partir de entonces van surgiendo vivencias con otras personas a las que le une compartir las mismas calles y plazas. Aquí se reflejan las rupturas generacionales, sociales y raciales existentes. Pero un desafortunado incidente la hará cambiar de rumbo; la reciente muerte de su abuela hace que Isabel sepa de la existencia de Dora, su tía abuela, con la que encuentra muchas identidades. Este será su apoyo para el cambio que se está gestando en ella.
Los años cincuenta están ambientados por la historia de Dora y Enrique, y en el final de siglo, por la historia de Isabel. Allí, la distinción más importante es la clase social, en cuyo espectro más bajo se encontrarían los emigrantes del campo a la ciudad, los llamados “paletos”. Había pocos extranjeros, y la aparición de una persona de color era visto como algo raro, gracioso, extraordinario. Uno de los cantantes de la posguerra fue precisamente Antonio Machín, cubano mulato, hijo de padre gallego blanco y madre cubana negra. Antonio Machín aparece en la novela, actuando en un concierto después del cual Dora y Enrique van a saludarlo al camerino. El bolero "Angelitos Negros" acompañará al lector en las escenas de blanco y negro.
Madrid cambia su rostro, llega el color, y Lavapiés lo hace especialmente. Al cambio cultural del cine, la moda y la "movida", le acompaña la inmigración. Llegan nuevos vecinos de países lejanos, senegaleses, musulmanes, bangladesíes. Parejas mixtas mezclan Guinea y Segovia, y llegan niños, personajes que cambian para siempre los parques y los colegios. Esa es la familia literaria de Vinuesa y el motivo de recuperar aquel pasado colonial que es el telón de fondo de las vistas de una habitación. El capítulo once, "Despedida", es quizás el que contenga más significado, la vuelta a casa, apenas tres páginas. La obra de Vinuesa, filóloga inglesa y profesora de la Universidad de Alcalá, resulta una aportación singular al catálogo de novedades literarias que inspira la capital española, un acierto que ha sabido aprovechar "Canalla", proyecto editorial creado por un grupo de amantes de la literatura que intenta descubrir y promover escritores de todos los estilos.
Ficha técnica
Una habitación en Lavapiés
Maya Vinuesa
Canalla Ediciones 2018
220 páginas