Ciudadanos tiene en la actualidad una oportunidad de oro para consolidar su futuro como partido de gobierno. El golpismo separatista dio lugar a que se le valorara como el partido más españolista, entre los partidos con representación parlamentaria, a pesar de que no apoyó la aplicación del 155 hasta el 2 de octubre. Hoy se encuentra ante una nueva coyuntura ideal para llegar a ser el partido que atraiga a votantes tradicionales de la izquierda y derecha moderadas. Los españoles de todos los colores están hartos de las mentiras reiteradas de la vida política. Ningún político sabe nada de lo que ha hecho su partido. Sin embargo, todos son capaces de decir, perfectamente, lo que ocurre en los demás partidos. En el caso de los EREs en Andalucía nadie del PSOE sabe nada. Magdalena Álvarez que, como Consejera de Hacienda, aprobó el proyecto de presupuesto en el que se incluyeron las modificaciones oportunas para permitir el fraude, no sabe nada. Tampoco sabe nada, Chaves, entonces Presidente de la Junta, que llevó este presupuesto para ser aprobado por el Parlamento andaluz. Tampoco sabe nada Griñán que fue quien sustituyó a Magdalena Álvarez en 2004 como Consejero de Hacienda. Tampoco el PSOE sabe nada sobre los datos que han aflorado recientemente sobre un “Gurtel” en el socialismo valenciano.
Por su parte en el PP nadie sabe nada sobre la llamada trama Gürtel, financiación ilegal del partido, a pesar de los SMS a Bárcenas y de los numerosos datos que han ido apareciendo. Tampoco sobre la trama Púnica u otras. Igualmente, los partidos vascos o catalanes tampoco saben nada sobre los casos de corrupción que les afectan y por supuesto Podemos no sabe nada de la financiación venezolana o iraní de su partido.
Mariano Rajoy tuvo la gran oportunidad de su vida el 1 de agosto de 2003 cuando tuvo que ir a declarar al Congreso sobre la financiación ilegal de su partido. ¿Qué habría ocurrido si Rajoy, con una mayoría absoluta de 186 diputados hubiera dicho algo así?: “España se encuentra ante una profunda crisis económica y de desempleo y al borde del rescate que dejaría nuestras decisiones políticas en manos de la Comisión Europea. Debemos estar juntos y para ello hay que dejar de lado la demagogia. Cada uno sabe en su partido lo que ha habido y lo que hay. No tengo que recordarlo. Pero yo hoy comparezco ante Uds. como Presidente del Gobierno y del PP para hablar del caso Bárcenas y debo ser el primero en dar ejemplo. Por ello reconozco que en mi partido ha habido contabilidad B y sobresueldos. Es mi parte de contribución a la verdad. Ahora, señores diputados, que representan a la soberanía española, queda en su mano tomar las decisiones que estimen oportunas. Muchas gracias”. Sin embargo, no lo hizo y el “Luis, sé fuerte” lo perseguirá toda la vida.
Tampoco Pedro Sánchez que llego a la Secretaría General de PSOE el 13 de julio de 2014 ha hecho ninguna declaración hasta hoy sobre el caso de los ERE, adhiriéndose al silencio elocuente con el que todos los políticos callan, ante hechos, en muchos casos evidentes, de corrupción en sus propios partidos.
La actualidad se centra ahora en el falso master de Cifuentes que, se vio agravado por su mentira del 4 de abril, de la cual hay evidencia grabada, al decir que “lo había defendido en 10 o 15 minutos ante el tribunal”. El caso es infinitamente menor que la corrupción de los ERE, Gurtel, 4% y otros, pero expone la raíz de todos los casos de corrupción política: la mentira, la incapacidad de reconocer y de pedir perdón. EL PSOE se ha lanzado en tromba presentando una moción de censura, a todas luces justificada, con el apoyo de Podemos y también con el de Ciudadanos si Cifuentes no dimite. Pero le han aparecido casos de falsedad en los currículos presentes o pasados de diversos de sus miembros conocidos: Jose Manuel Franco, Elena Valenciano, etc. Pero no sólo en el campo socialista sino en todos los partidos aparecen casos similares: Tomás Burgos, Miguel Angel Gutiérrez, Cesar Zafra, Juan Manuel Moreno Bonilla, etc. ¿Y ahora qué hacer?
He aquí la gran oportunidad de Ciudadanos: abrir una nueva etapa en la política basada en la verdad. Para ello debe reconocer que hay que denunciar la mentira y los silencios cómplices que se han dado en todos los partidos. Tanto la actitud de Rajoy frente al tema Bárcenas, como los silencios de Pedro Sánchez ante los ERE, o la actitud de Podemos ante la financiación venezolana y la beca de Errejón. Y por supuesto debe reconocer también la falsedad de los currículos, incluidos los que se hayan dado en el seno de Ciudadanos. No se trata simplemente de añadir más leña al fuego. Se trata de proponer a todos los partidos que, independientemente de los casos que están o que puedan llegar a los tribunales, se acuerden unas líneas éticas de aplicación a todos, basadas en el repudio a la mentira. En suma, una transición hacia una etapa nueva en el comportamiento de los partidos. El pasado ya no tiene vuelta. Hay que mirar hacia un futuro diferente.
Si se alcanzara un acuerdo, se habría logrado un gran avance político. Si no se llegara, por lo menos Cs lo habría intentado y sería una gran baza para su futuro. Parece una utopía y realmente es difícil, pero si ni Cs ni los demás partidos, con representación parlamentaria, adoptan ahora una postura firme y clara, con una inequívoca actitud de reconocer los errores y pedir perdón, el reto seguirá abierto y más pronto o más tarde algún otro partido, existente o futuro, asumirá la batuta de la Ética y la Regeneración que requiere la política del siglo XXI y que España necesita con urgencia.