Que uno se avergüence de su clase política, es algo mas que habitual, algo mas que recurrente, lo que no resultaba tan habitual, tan recurrente, es avergonzarse de nuestra jerarquía eclesiástica. Los obispos vascos y navarros están mas cerca de asesinos y terroristas que de víctimas, más cerca de criminales, que de su rebaño. ETA emite un infame comunicado e izquierda española y jerarquía eclesiástica vasca están encantados, se muestran comprensivos y solicitan amplitud de miras para perdonar a quien, por sus actos, no muestra arrepentimiento alguno. La izquierda española basa su legitimidad en un fraude, en una gran mentira, en las elecciones amañadas de febrero de 1936 y ETA basa la suya en otro fraude, en otra mentira, en otra exageración, en el bombardeo de Guernica de 1937. ETA no se arrepiente, ETA pide perdón por los daños colaterales “ocasionados”. La banda de hijos de puta, que mato, mutilo, extorsiono y asesino a cerca de 1000 personas y que deja un balance de mas de 300 crímenes sin resolver, se atreve a pedir perdón de forma selectiva y de esta manera se gana la comprensión de la izquierda y de gran parte de los curas vascos y navarros.
Lo cierto, es que la izquierda no necesitaba de muchos gestos para mostrarse comprensiva con etarras, criminales y asesinos. Tampoco ahora iban a ser una excepción. En el fondo, comparten ideario marxista, y eso los hace mostrarse muy cariñosos los unos con los otros.
La izquierda es una farsa. Preocupados en desenterrar cadáveres que no aparecen, en esclarecer sucesos de hace mas de 80 años, y en ocultar y olvidar los mas recientes. La izquierda pretende ajustar cuentas de una guerra que perdieron y que desean ganar ahora en los despachos. No son creíbles. Han convertido en un negocio subvencionado, la búsqueda de cadáveres en cunetas y fosas, a la vez que nos exigen seamos generosos con los criminales y asesinos de ETA.
Los cadáveres no aparecen, y cuando lo hacen, resulta que es del bando contrario al que ellos dicen representar. ETA ha ganado la batalla, incluso me atrevería a decir que la guerra. Estamos asistiendo a la escenificación de la rendición del estado español. ETA ya no mata porque no le interesa, no le es rentable. ETA está presente en instituciones e incluso domina parlamentos autonómicos españoles como el navarro.
Me asquea ETA y me asquean los obispos vacos, y me asquean todos aquellos que ven en este nuevo infame comunicado de la banda de asesinos, un gesto de reconciliación. Los cambios de nombres de las calles en Madrid ya han comenzado. No es una cuestión menor, no es una cuestión baladí. Se quita reconocimiento a nuestros héroes, a nuestras víctimas, a todos aquellos que recuerdan que la historia de España fue muy distinta a la que ahora nos ha tocado vivir, para, en la mayoría de las ocasiones, ser sustituidas por personajes ruines e infames. Vale cualquier excusa y nadie debe sorprenderse de que, en breve, también quitemos el reconocimiento a las víctimas del terrorismo, para acabar dándosela a sus verdugos, a sus criminales. Esa es la nueva estrategia de la izquierda española a la que la derecha o centro reformista no planta cara, sin saber, sin darse cuenta, que ellos también serán laminados.
La palabra “facha”, utilizada como insulto y atenuante para atentar contra todo disidente, contra todo el que piensa diferente, es la excusa que necesitan los indigentes intelectuales para culminar con la eliminación de todo personaje y recuerdo que no se ajuste a su visión de las cosas, independiente de la época histórica al que pertenezca el individuo. Justificamos los crímenes de la izquierda de hace 80 años, lavamos su imagen y aceptamos como validos el comportamiento infame de sus representantes. Ahora toca lavar la imagen de sus criminales más actuales. Este comunicado de ETA marca el camino que sin lugar a dudas nos conducirá a que, dentro de algunos años, estemos viviendo otro proceso de cambio de calles, se las quitaremos a las víctimas del terrorismo y se las daremos a los asesinos de ETA.