Hace ya tiempo que hay Gobierno nuevo. Tras la Moción de Censura, nuevo inquilino en Moncloa, nuevos ministros, nombramientos de altos cargos, despedida a la selección de fútbol, dimisión de ministro Huerta al que sustituye Guirao, ministro de Agricultura investigado con solicitud de dimisión y justificación confusa, algún enredo, y poco más. Sólo aparece el Presidente y en situaciones tantantán que... ¿Dónde está el Gobierno?. Hemos visto al Presidente correteando por los jardines de La Moncloa, recibiendo a alguien importante, trapicheando con Pablo Iglesias en secreto vaya usted a saber qué, acariciando a un perro y, tras un par de semanas en silencio, aburriendo al personal con dos periodistas de la tele pública a los que habían colocado en un salón con ventanas abiertas al jardín. Allí había algo importante que preguntar y decir, pero se preguntó poco, se dijeron unas migajas de noticia y no se repreguntó nada. En su defecto y para relleno, nos contaron que a los periodistas el Presidente les enseñó la Bodeguilla. Después vimos al presidente, como espectador estoico junto al Rey mientras Torra hacía ‘torradas’ en Tarragona. Y hemos leído en El País la entrevista que le hicieron la directora y Carlos Elordi hijo: más de lo mismo, acaso sin Bodeguilla.
Para encontrar una noticia sobre el Gobierno al margen de su presidente, ó para saber algo de él, hay que, al menos, ver media docena de digitales y repasar cinco periódicos escritos. Así apareció algo. Fue, hace un par de días, en el diario El Mundo, en un titular confuso, con falta sintáctica y tirando a mentiroso: “El Gobierno, divido por la puesta en libertad de La Manada”. Si no fuera por lo grave del asunto, antes de preocuparse por la situación del Gobierno, habría que pensar en la coma (entre ‘Gobierno’ y ‘dividido’) que rompe la oración. Pero, como lo que preocupa es la actividad o vagancia del gobierno, vale más entrar en la noticia. Porque resulta que, tras el titular, lo que aparece es: una opinión del ministerio de Justicia que dirige Dolores Delgado no atribuida a ella (como si el ministerio opinara), una declaración en twitter de la Secretaria de Igualdad Soledad Murillo, otra de Beatriz Corredor, que es miembro (o miembra, según se sienta la señora) de la Ejecutiva Federal del PSOE, y un pensamiento sobre el asunto de la presidenta andaluza Susana Díaz.
Tampoco en las tribunas y foros del panorama madrileño se anuncia la aparición de algún miembro del Gobierno. Como si no interesara exhibir y placear a los recién llegados por las tribunas y salones de la Villa y Corte. Repasando la convocatoria de los principales (Nueva Economía Fórum, El Confidencial, Executive-Fórum, Europa Press, ABC, Agencia EFE, El Economista...) no hay ni un acto en el que ver intenciones de mostrar a alguien del Gobierno o que éste esté dispuesto a salir a la palestra. Solo aparece el Presidente
¿Motivos para mantenerlo oculto? Todos. La otra tarde, a un periodista se le ocurrió peguntar por causas y motivos y aparecieron varios: Se busca perfil bajo para atemperar críticas. Iván Redondo sabe lo que tiene y conviene enseñar y no enseñar (con el que alguien hizo el chiste: un “Tal-iván” que talibanea). Nada que decir. Temor a aparecer en público con la tarea sin hacer. Pánico escénico. Incapacidad para acoplarse a puesto y cartera. Falta de programa. Conciencia salpimentada con vergüenza. Y hasta reflejos naturales de defensa para no exponer los cutis gubernamentales a los rigores estivales, y guardarse de análisis de gobernados y curiosidades de la prensa.
Sean esos los motivos, o no, lo cierto es que sólo aparece el Presidente. En la entrevista encorsetada de la tele. En la de El País, velada tras el cambio editorial, ó ‘reseteo’, de Gallego-Díaz. Buscando protagonismo a la sombra de Macron. Haciendo el dontancreo ante las tarascadas de Torra al Rey en su presencia. O en la fotografía que circula por twitter, en un helicóptero y con gafas de sol, que algún malqueriente ha propagado para escarnio.
Del resto del Gobierno, nada. No aparece. El Gobierno está escondido.