Sandra Karro (Madrid, 5/04/1979) es una joven fuerza de la naturaleza que irradia un amor por la vida que cautiva al interlocutor por su honesta elocuencia. Cuando se está delante de ella, conmueve la convicción que emana de las frases que ella va desgranando con elegancia y pasión. En sus ojos claros hay destellos de una sabiduría procedente de la experiencia viajera, casi nómada, de su familia paterna. Aunque vivió sus primeros años de vida entre Bilbao y Madrid, Barcelona es -desde hace mucho tiempo- su ciudad de residencia (y a la que no duda en definir como “maravillosa ciudad llena de vida”). Aquí estudió fotografía, en el Institut D´Estudis Fotográfics, y rápidamente montó su propio estudio con una compañera (cuyos trabajos podemos localizar y disfrutar visitando www.ultimagaleria.es). Su nombre es sinónimo de excelencia, además de referencia obligada al hablar de profesionales de primera fila que cuentan con el respeto y admiración de colegas de profesión y del público enamorado de la fotografía elevada a la categoría de ARTE.
¿Cuándo supiste que la fotografía era tu vocación ineludible?
Mi inquietud se manifestó por primera vez en un viaje a Canadá. Es un lugar maravilloso, donde los colores y las formas se entremezclan de forma espectacular. Siempre recuerdo una frase que salía de mi cabeza con mucha fuerza: “¡menuda alfombra de colores, que belleza!”. La naturaleza me sobrecogió. Supongo que las personas con sensibilidad tenemos la suerte de agradecer el hecho de formar parte de esos momentos visuales de belleza innata, sin orden, grandiosos y, a la vez, delicado. Aterricé allí a finales del otoño, por lo que coincidió con el cambio de estación. Tuve mucha suerte, porque antes de la llegada del invierno pude disfrutar de la naturaleza en todo su abanico cromático. Una inquietud se despertó, una idea se hizo presente. Al cabo de un mes, y ya de regreso en Barcelona, mis padres me animaron a que estudiase fotografía en serio al ver lo ilusionada mientras les enseñaba las fotos hechas con una cámara réflex automática “de estar por casa”. Además, había llegado la hora de centrarme laboralmente tras haber dedicado muchos años a otras actividades profesionales.
¿Vienes de una tradición familiar de aficionados a la fotografía?
¡Para nada! La historia de mi familia es apasionante, pero no tiene nada que ver con el mundo de la fotografía. Mis abuelos sobrevivieron y lucharon como héroes en la Segunda Guerra Mundial (previamente escaparon y sobrevivieron al régimen nazi). Empezaron una nueva vida en Sudáfrica, donde nació mi padre. Eran una familia blanca atípica en un lugar muy duro y complicado en el que los negros eran tratados como esclavos. A pesar de ello, detrás hay una historia apasionante de aventuras. Una pequeña parte puede leerse en un libro titulado “La Caravana” (Nora Pojomovsky, Ediciones Obelisco, 2012).
¿Cuál fue la primera cámara que adquiriste?
Mi primera cámara fue una Nikon F-80, ¡mi pequeña joya! Estaba encantada con ella.
¿Recuerdas qué sentiste cuando realizaste tu primera fotografía?
Tengo mala memoria. Aun así, recuerdo perfectamente mi primera fotografía: un tronco alargado nacido de la tierra que se aguantaba firmemente y en la punta, bien sujeto contra el viento, la carcasa de un caracol. El dibujo del caparazón es el símbolo de una espiral, vida/recorrido/muerte y vuelta a empezar. En blanco y negro. Sentí la belleza de las cosas efímeras.
¿Cómo te llegó tu primer encargo profesional?
Mientras estaba estudiando tercer año de Fotografía. Fue a través de una buena amiga e increíble pintora, Emilia Castañeda. Gracias a ella conocí a la persona que me abrió puertas dentro del mundo editorial. En ese momento, todavía no sabía usar una cámara digital y eran los primeros días del cambio de la era analógica a la digital. Así que me prestó la cámara y me dijo que me fuese a mi casa y aprendiese a usarla. Empecé fotografiando cómo pintar un lienzo de diferentes paisajes naturales, paso a paso, usando la técnica de las acuarelas (de la mano del pintor Vicente B. Ballestar) que también apliqué a libros de manualidades de todo tipo, maquillaje infantil, coctelería, etc. En aquella época, aprendí muchísimo y empecé a sentirme realizada dentro del sector.
¿Puedes citar, para nuestros lectores, trabajos/encargos de los que estés especialmente satisfecha?
Me encanta ver las fotografías publicadas en diferentes medios: revistas, libros, folletos, páginas web, etc. Un encargo del que estoy satisfecha es la portada de libro “Confesiones Personales de un Publicitario” de la agencia Ogilvy Bassat. A la lista podríamos añadir, “Adolescentes, Qué Maravilla” de Eva Bach Cobacho y trabajos de interiorismo para la revista “Proyecto Contract“, la cadena hotelera City Hotels, Technal, Leds-c4, Tarraco Arena, Centro Comercial Las Arenas o Rubis S.L. En todos ellos, la pasión y el buen hacer son mi sello personal.
¿Qué tipo de técnicas y cámaras empleas en tu trabajo?
Mi técnica se llama MANUAL. Prácticamente todo lo disparo en modo manual.
Empecé con la Nikon F-80 y, al cabo de un par de años, di el salto a Canon por cuestiones técnicas de la cámara. La 5D Mark II es con la que trabajo hoy en día.
Empleo diferentes lentes fijas y zooms. Por cierto, el recurso técnico de la paciencia es muy bueno y también el de esperar el momento adecuado. La técnica de la sonrisa es de suma utilidad para ayudar a las personas a sentirse cómodas y relajadas. También ayuda mucho la que conjuga anticipación y preparación. En realidad, nunca me gustó eso de “la técnica por la técnica”. Yo soy más de “prueba y error” hasta encontrar lo que realmente quiero.
¿Cómo crees que han afectado a la fotografía el tsunami digital y los programas informáticos especializados que permiten retocar las instantáneas?
Todo ha cambiado mucho. La innovación técnica es la nota dominante. En el mundo en que vivimos, hay que adaptarse constantemente a las nuevas tecnologías. Nos guste más o nos guste menos, Los programas y filtros también se ven afectados por el citado cambio. Se ha instalado la idea de que las cosas sean rápidas y fáciles. Desde un plano visual y personal, no hay límite. A nivel profesional, los encargos incluyen la demanda de que las instantáneas sean lo más reales posibles. Antaño, nos pasábamos horas en una habitación a oscuras, buscando diferentes soportes donde revelar la foto o poniendo más o menos cantidad de reveladores químicos, positivando con más o menos tiempo. Buscábamos resultados diferentes (esto es equiparable a los filtros de hoy en día). Hace tiempo que pienso que Photoshop es mi cuarto oscuro, solo que ahora no necesito estar a oscuras con la luz roja.
¿Blanco y negro o color?
¡La gran pregunta! Personalmente me cautiva el blanco y negro. Es la antítesis del color. Para tener la capacidad de plasmar desde el blanco puro al negro puro pasando por la escala de grises, hay que dominar los pasos y los contrastes. Es algo muy especial. La fotografía en blanco y negro hace que afine mucho más mi percepción sobre la imagen que estoy contemplando.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración? ¿Qué es lo que deseas expresar en las fotos que haces?
Mis fuentes de inspiración (y aspiración) pasan por grandes autores que estudié en su día, tales como Cartier-Bresson, Sebastiao Salgado, Man Ray, Nan Goldin, Sally Man, Annie Leibovitz, Diana Arbus, Saudek, Chema Madoz y un largo etcétera. ¡¡Hay tantos autores con los que poder disfrutar!! Considero que la fotografía debe tener la capacidad de expresar, de “hablar”. Con o sin sentido “lógico”. Puedo expresar una situación que represente desde la alegría hasta la tristeza o soledad. De igual modo, puedo expresar los sentimientos de una persona (desde sus cualidades hasta sus miedos). Una foto debe tener la capacidad de transmitir emociones y sentimientos, logrando conectar con el espectador. Si consigo crear conciencia y empatía, he obtenido un regalo precioso.
¿Cuál ha sido el trabajo que más te ha afectado emocionalmente?
Sin duda, las fotos de una amiga que tuvo cáncer de mama. Hicimos un recorrido paulatino de la evolución de su vivencia personal. ¡¡Es impactante sentir el dolor que causa ver las secuelas de tan terrible enfermedad en el cuerpo humano!!
¿Tus ideas nacen de un estudio previo o siempre surgen de manera natural?
De ambas formas. Hay fotografías que he de pensarlas, dibujarlas e imaginarlas, incluso marcar el momento de realizar la toma. Debo decir que son la mayoría. Otras surgen de forma casual.
¿El/la fotógrafo/a se nace o se hace?
Creo que se nace con el don de la observación. En consecuencia, la fotografía no está hecha para todo el mundo. Eso sí, la teoría y la técnica son cosas diferentes. A base de trabajo y estudio constantes y se puede llegar a hacer muy buenas fotos.
Por último, ¿Qué les dirías a quienes están empezando a abrirse camino como profesionales en el mundo la fotografía?
En primer lugar, les confirmaría que hoy en día ser fotógrafo está mal remunerado y es un ramo de actividad con muchísima demanda. Aún así, creo firmemente que cada cual ha de realizar sus sueños. Si es ser menester ser fotógrafo/a… ¡¡Que así sea!! A continuación, les diría: “Estudiad, descubrid a los grandes autores de la historia y, sobre todo, a los nuevos. Tened claro lo que queréis y en qué nicho de mercado deseáis ubicaros. Por último, añadiría: “Enfocad bien y… ¡Disparad!”.