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Soraya, Casado y España
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Soraya, Casado y España

· Por Enrique Miguel Sánchez Motos, administrador Civil del Estado

By Enrique Sánchez Motos
martes 10 de julio de 2018, 08:56h
Soraya se enfrenta a Casado. El aparato del Partido Popular debería tener bien claro que, de los 66.706 militantes que se inscribieron para votar en las primarias, votaron 58.103 y, de ellos, sólo 21.513 se decantaron por Soraya. Por otra parte, el PP y España, tienen muy claras evidencias de lo que ha hecho durante los siete meses en que ha ejercido, de facto, de presidenta de la Generalitat catalana, por delegación del presidente Rajoy, para aplicar el 155. Los resultados nefastos de su gestión, de la cual no ha renegado, están a la vista. Los españoles catalanes saben lo que ha hecho. El pobre Albiol lo constató, muy claramente, en las últimas elecciones autonómicas catalanas. Llega ahora el turno al núcleo central del aparato, constituido por los 2.512 compromisarios elegidos en las recientes primarias, más los 522 compromisarios natos. Ante sí, tienen una seria decisión a tomar.

A Casado se le conoce poco. Recientemente ha reconocido que durante el tiempo que ha sido portavoz, en muchas ocasiones, no dijo todo lo que pensaba. Normal, ya que todos sabemos que el qué se mueve no sale en la foto. Mientras la Ley de Partidos no incluya, como es su obligación constitucional, instrumentos para garantizar la libre opinión y las corrientes de opinión, nunca habrá democracia en los partidos.

Casado tiene la ventaja de haber empezado bien, diciendo que durante mucho tiempo ha callado sus propias opiniones. Lo que hace falta ahora es saber cuáles son esas opiniones. Casado ha señalado que está próximo Aznar y que cuenta con el apoyo de María Dolores de Cospedal. Por ello, es razonable pensar que Casado fuera más firme ante el tema más grave al que se enfrenta España: el separatismo catalán. Soraya se está descalificando a sí misma. Primero, al cuestionar, ahora, la segunda vuelta en las primarias que es el sistema previsto. Segundo, al no aceptar el debate que le ha propuesto Casado. Son dos gestos que demuestran que Soraya es más de lo mismo y que no quiere entrar en los aspectos ideológicos y programáticos claves. ¿Cómo pretende sacar adelante a un PP que ha perdido el Gobierno, del cual ella era Vicepresidenta, sin abordar las causas que lo han llevado al desastre? Con ella el PP tendría un futuro muy negro en las próximas elecciones en todos los niveles.

Casado podría ser un revulsivo para el PP y para España a condición de que formulara propuestas firmes sobre los temas claves. No estaría de más que si llega a líder del PP siguiera el camino que inició UPyD, y que ha seguido VOX, de personarse como acusación particular en los temas políticos graves. Recientemente el magistrado Jiménez, del juzgado de Instrucción número 5 de Huelva, tuvo que archivar, contra su voluntad, la investigación por el fraude de la formación, pese a mantener que existen indicios suficientes. Lo hizo porque la Junta y la Fiscalía habían retirado las acusaciones. Ante políticos con tan escasa visión de Estado resulta cada vez más necesario que los partidos se personen ante delitos de rebelión, sedición, malversación y prevaricación, cometidos desde las instancias políticas.

Si llega Casado, el PP podría poner las pilas a Cs y a VOX, o bien estos se las pondrían a él. Ambas cosas serían buenas porque lo que España necesita es que se exija a la clase política que se atreva a decir la verdad y a establecer líneas rojas incuestionables. La libertad, la igualdad y la fraternidad están muy bien, pero se pueden quedar en agua de borrajas si no hay unidad y patriotismo que las fundamente y una convicción absoluta de que no son meras palabras bonitas.

En España el tema separatista catalán ha sido la gota que ha desbordado el vaso. Los ciudadanos están hartos. El tema autonómico, tal y como se ha ido desarrollando, amenaza, en primer lugar, con romper España y, en segundo lugar, ha creado graves desigualdades que las experimentan, en especial, aquellos que viven en la línea fronteriza entre dos comunidades autónomas. Los ciudadanos saben que las autonomías han multiplicado la “casta” política, y han creado una cantidad ingente de cargos políticos que cuestan mucho dinero. Y no hablemos de las “embajadas” catalanas. Una gran y creciente mayoría de ciudadanos está harta de esta situación y aquel partido que, de forma serena y sosegada pero clara y firme, ponga el dedo en la llaga y haga propuestas adecuadas, es muy probable que arrastre el voto en las futuras elecciones.

Casado puede despertar al PP pero también Ciudadanos y VOX deben apretar. Hay que confiar en que el propio PSOE despierte también pues el camino de cesiones que ha iniciado el Presidente Sánchez puede llevar a su partido a un futuro “zapaterazo”. Probablemente en un camino real hacia una verdadera libertad, igualdad y fraternidad, el francés catalán español Manuel Valls pueda ser elemento de cohesión de diversos grupos y partidos. Pero antes de unir las piezas, corresponde a cada Partido mojarse haciendo propuestas concretas sobre temas de Estado claves, tales como la libertad de elección lingüística, la recentralización y armonización de los contenidos educativos, el respeto al himno y símbolos de España, la reconciliación y superación definitiva de la guerra civil, la unidad de mercado, el mínimo de voto nacional para poder tener diputados en el Congreso, etc. En suma, los partidos deberían abordar todos los aspectos que sean imprescindibles para lograr el objetivo de garantizar, no la coexistencia, sino la convivencia democrática que nos propone, como visión constructiva e irrenunciable, el preámbulo de nuestra Constitución. Para simplemente esperar a que la borrasca amaine ya tuvimos a Rajoy. Lo que España necesita es muy diferente.

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