El primer paso para ello es contar con un buen diseño del espacio.
Aunque para muchos este paso es secundario, nada más lejos de la realidad. Es la carta de presentación, la imagen que se verá por primera vez y que invitará o no a entrar y consumir los productos o servicios que se ofrezcan a pie de calle.
“Crear un entorno en el que el cliente se sienta relajado para encontrar lo que busca es vital. Hay que vender con el sentido de la vista, pero también del olfato, del tacto. Por eso es importante tener claro qué es lo que se va a ofrecer y cómo sería la mejor forma de envolverlo en el local. Ese tipo de proyectos, que se hacen a medida, son los que más nos llenan porque ponemos no solo nuestro conocimiento sino el propia alma. Le hacemos cobrar vida” explican los profesionales de Miriam Barrio.
Las tendencias son muy variadas hoy en día, porque vuelve a ponerse en relieve la calidad, el cariño y el handmade.
En los barrios empiezan a abrir las puertas locales destinados a productos dulces artesanales que garantizan una calidad de ingredientes por encima de la bollería industrial, pero también tiendas en la que vuelven las modistas a ceñir al cuerpo de mujeres y caballeros trajes únicos que aseguran no coincidir con otro igual en un evento importante.
Los locales de economía colaborativa donde varios emprendedores trabajan mano a mano para ofrecer un servicio integral, por ejemplo, haciendo trámites de gestorías, han ido ganando terreno. Allí, ser capaces de asesorar en distintos campos puede ser la clave para poder ayudar a los vecinos en su día a día con los papeles con la Administración.
Las tiendas de informática, con la capacidad de diseño e impresión 3D comienzan a ser realmente útiles para poder dar cobertura a todos los profesionales que trabajan en el ensamblaje o que buscan sorprender a alguien con algo especial.
Solo son pequeñas ideas, pero sin duda, cada vez más, el volver al contacto directo con el consumidor se ha convertido en una alternativa que permite mejorar la imagen de los barrios.