PV Solar afirma que “creemos que seguirá aumentando de cara al año que viene. El autoconsumo es una realidad que ya ha demostrado sus grandes ventajas para las comunidades de vecinos, por eso nuestro lema es que quien tiene un tejado, tiene un tesoro, y una importante fuente de ahorros”, explica su CEO, Sebastián Martínez, añadiendo que “aún solo aprovechamos un pequeño porcentaje de lo que podríamos ahorrar con el autoconsumo”.
La potencia instalada creció un 40 %, hasta los 27 megavatios (MW), que “aunque parezca un crecimiento pequeño, refleja una tendencia alcista, más teniendo en cuenta que durante gran parte del año no hubo cambio legislativo y todavía se mantenía cierta inseguridad jurídica y ciertas trabas burocráticas en instalación”, según explica Sebastián Martínez. El número de instalaciones con potencias de hasta 10 Kw se incrementó en un 143 %, y “seguirá creciendo mucho más porque el nuevo Real Decreto 244/2019 elimina las trabas burocráticas casi por completo, esto y que la opción de autoconsumo instantáneo sea la opción mas atractiva por coste y además esta se beneficia de la bonificación del IBI en la mayoría de la ciudades, lo que va a provocar un crecimiento sobresaliente”, añade Martínez.
Por otra parte, los mismos datos explican que las instalaciones con potencias superiores a laos 10Kw han aumentado en un 58 % y las de tipo 2 o que podían, según la legislación de 2015, verter a la red, un 30 %. “Es un buen dato y creo que en el transcurso del año la confianza en el sector crecerá y esto provocará mayor numero de instalaciones; la energía solar fotovoltaica es el presente de las energías y la primera que permite ser autoproducida por el propio consumidor; es algo disruptivo y democratizado”, explica el CEO de PV Solar.
PV Solar apuesta por una solución 100% de autoconsumo, que permitiría grandes ahorros, hasta 1.200 euros al año de ahorro por vivienda en ciudades como Madrid.
Martínez añade que, además de la rentabilidad, el autoconsumo no genera contaminación y ayuda a generar empleo verde. Además, tanto el precio como las dificultades burocráticas han disminuido respecto a hace unos años. En 2007, una placa costaba 600 euros y un permiso se daba en un plazo medio de seis meses. En 2019, vale 100 euros y ya no se necestian permisos para su conexión.