El partido político Vox está en el punto de mira, por temas cruciales de nivel autonómico y municipal. Los gobiernos de la Comunidad de Madrid y de Murcia están por dilucidar. No son temas menores, tanto por la importancia de Madrid como porque pondrán de manifiesto el ser y el devenir de Vox. Es bueno preguntarse si la actuación de Vox está siendo positiva o no para la política y la democracia española. Conviene de entrada señalar que Vox es un partido político democrático, que acepta plenamente la Constitución vigente. Sin embargo, cabe preguntarse si Vox promueve la convivencia democrática y un Estado de derecho que asegure el imperio de la ley, como expresión de la voluntad popular. Obras son amores y no buenas razones.
Por ello analicemos las actitudes de Vox. No hay nada en sus programas que vaya en contra de la convivencia democrática sino todo lo contrario. Su programa respeta los derechos humanos fundamentales. Nadie ha propuesto la ilegalización del partido, cosa que habrían hecho si hubiera, en sus estatutos o programas, el menor indicio para ello. Por el contrario, el énfasis que Vox pone, en la refundación del Estado de las autonomías, va en la dirección de aumentar la convivencia, la igualdad y el sentimiento de patria común, entre todos los españoles, principios literalmente constitucionales.
Por otra parte, el estado de Derecho se basa en la ley y, desde luego, el principio de “Pacta sunt servanda” es un eje clave para la democracia. El ínclito Rubalcaba acuñó la frase “España se merece partidos que no mientan”, aunque el propio Alfredo no fue un ejemplo al respecto (véanse el caso Faisán y las actas de negociación con ETA, entre otros). La frase sigue siendo válida, venga de donde venga. La alternativa sería volver a la ley de la selva. Sin embargo, en los pactos municipales, el Partido Popular ha mentido, por escrito, a Vox en la firma del acuerdo para constituir gobiernos de coalición en los ayuntamientos. Vox, respetando el acuerdo, ha apoyado, entre otros, el nombramiento del alcalde de Madrid. A continuación, el PP ha incurrido en el deshonor, y en el mal ejemplo, de incumplir lo pactado. El engaño ha colocado a Vox en la difícil posición de optar por una actitud contemporizadora, dando un cheque en blanco al PP y a Ciudadanos, para que gobiernen donde quieran, y hagan lo que quieran o bien decirles “Sres. si ustedes creen en el Estado de derecho cumplan lo pactado. Ahora, para la Comunidad de Madrid o para la Comunidad de Murcia, nos están pidiendo que firmemos un nuevo acuerdo. No tenemos inconveniente. Empecemos porque el PP envíe a su propio Presidente Sr. Casado, ya que el Secretario General no tiene, según se ha visto, capacidad para firmar pactos”. ¿Habría algo incorrecto en una exigencia de ese tipo? Sería un tema formal importante, pero hay algo aún más de fondo.
El PP había firmado, en paralelo, un acuerdo con un tercero, Cs, contrario a lo que firmaba con el partido Vox. Por ello, es muy natural que Vox les diga ahora que, además de un firmante del PP, con verdaderos poderes, firme Cs también el acuerdo. ¿Sería esa una actitud incorrecta por parte de Vox? En absoluto. Por el contrario, si Vox no tuviese una actitud de firmeza y claridad, estaría haciendo un flaco favor a la democracia, pues indicaría que la casta política puede seguir con los politiqueos de siempre. Ese sería el final para Vox y la lamentable pérdida de esperanza, a corto plazo, para la propia España
Vox ya dio muestras de generosidad en Andalucía, permitiendo con sus votos la constitución de un gobierno bipartito del PP y Cs. Sin embargo, tras el 26M, no cabe seguir por ese camino. Si esa generosidad puntual se transformase en un cheque en blanco permanente, a los gobiernos del PP y Cs, cabe preguntarse cuánto tiempo seguiría Vox existiendo. La respuesta es muy simple. Muy poco. Hasta las próximas elecciones. Porque ¿para qué votar a un partido que luego no exige que se cumpla ni su programa ni que se respete siquiera su presencia en la vida política?
Vox, tras el fiasco del acuerdo firmado con el PP para los ayuntamientos, ha dado un nuevo ejemplo de generosidad, para algunos tal vez excesiva. Ha renunciado a entrar en los futuros gobiernos autonómicos y se limita a pedir que se firmen unas genéricas líneas programáticas. Ahora bien, Vox exige que esa firma sea a tres bandas incluyendo también a Cs. Cierto es que lo que se incumplió en un acuerdo a dos bandas también puede ser incumplido, ahora, por los otros dos firmantes, pero eso sería su responsabilidad ¿Es correcto que Vox exija que, en ese acuerdo de líneas programáticas, aparezcan las firmas de los tres partidos? Parece de mero sentido común y ante el caso, posible, de que se convocaran nuevas elecciones autonómicas, serían los ciudadanos los que le dirían a Vox si va o no por el camino correcto. Ya veremos, pero creo que muchos dirían que lo que está haciendo Vox ahora es lo mínimo que puede hacer, si quiere tener un papel real en la renovación de la política española.
Ante estas realidades entre estás opciones de mero sentido común me parece inconcebible, por absurdo o por infantil, la postura de medios de comunicación que intentan descalificar a Vox y que aparentemente son partidarios del ninguneo a este partido. Me llama especialmente la atención Federico Jiménez Losantos, al cual he dedicado un artículo hace unos días, “Federico, quién te ha visto y quién te ve” Federico es un hombre de gran inteligencia, de gran capacidad analítica, aunque a veces su tono irascible le haga perder los papeles. Sin embargo, en estos momentos parece que se le haya nublado la mente. Se ha transformado en firme partidario de decirle a Vox que dé su apoyo, sin condiciones, a Cs y PP. Absurdo de solemnidad. Por cierto, Federico se echa de menos a Cesar Vidal, invítalo a que vuelva a tu emisora. Perdón, olvida lo dicho. Eso sería meterme en los asuntos internos de tu casa, pero, por favor, se tú también equilibrado. No intentes ahora insinuar que en Vox hay conflictos internos de liderazgo. Puede que haya, como es normal en todos los sitios, discrepancias, pero insinuar que Iván Espinosa de los Monteros está tomando un protagonismo egoísta, a costa de Santiago Abascal, Javier Ortega Smith y de su propia esposa Rocío Monasterio, no tiene ni pies ni cabeza. ¿Dónde están esas presuntas e importantes discrepancias? Salvo que mi percepción sea errónea, todos ellos se han mantenido, básicamente, en la misma línea. Han cedido algo, renunciando a formar parte de los gobiernos de las comunidades. Tal vez haya habido discusiones al respecto. Es normal. Pero no tengo la sensación de que Vox vaya a ceder ni un milímetro más. Podría caer al abismo si da un paso atrás. No creo que lo haga. Por tanto, a la pregunta de si es correcta la actitud de Vox, la respuesta me parece clara. Sí. Su firmeza es buena y necesaria para España. Ya era hora de que los partidos sean honestos, valientes y cumplidores de su palabra. Es hora de que prime la visión de Estado. Saber ceder cuando hay que ceder. Ahora bien, si se está en política no se debe permitir el ninguneo a siglas y programas. Tolerar eso es lo más antidemocrático posible. Sería un signo de que la convivencia democrática y el estado de derecho son valores secundarios para la casta política. A veces, con sus costes, hay que decir no y que sea el pueblo el que decida en nuevas elecciones. Vox, tu firmeza, tu respeto a los acuerdos firmados y al Estado de derecho, son necesarios.