Sin embargo, y pese a todo, nos mantenemos prudentes debido a los siguientes riesgos:
- Los mercados esperan demasiado de los bancos centrales, con un recorte cercano a los 100 puntos básicos en los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Incluso uno de los máximos defensores de un enfoque más laxo como el miembro del FOMC James Bullard, sugiere un recorte moderado a modo de precaución.
- El riesgo político y la guerra comercial se mantendrán con toda probabilidad hasta por lo menos las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., llevando así a las empresas a adoptar un modo wait and see. Además, vemos que las probabilidades de que se produzca un Brexit duro han aumentado. Por último, no podemos descartar la celebración de nuevas elecciones en Italia después del verano, con el riesgo de que una coalición de la extrema derecha (la Lega Norte de Matteo Salvini y Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni) llegue al poder con fuertes ideas anti-europeistas.
También estaremos pendientes de la temporada de resultados empresariales. En este sentido cabría preguntarse si ya estamos ante la cúspide de una tendencia alcista que puede llegar a su fin. Si esto fuera así, junto con la inversión de la curva de tipos en EEUU, significaría que el final del ciclo se acerca.
Dicho esto, los bancos centrales están totalmente comprometidos con su misión de asegurar la tranquilidad a los inversores por lo que no vemos razón alguna para cambiar nuestra asignación de activos, más allá de algunos ajustes marginales. Así, por ejemplo, hemos reducido nuestra exposición a la renta variable Japonesa y hemos aumentado la exposición a inversiones temáticas como el Big Data. El momentum de resultados empresariales en Japón se ha evaporado, y lo que es más importante, el Banco de Japón parece incapaz o incluso poco dispuesto para seguir el camino tanto de la Fed como del BCE y moverse hacia nuevas medidas expansionistas.