Escuchamos algún retazo de la intervención final de la Señora Díaz Ayuso por la misma razón por la que le deseo el mejor acierto en su gestión: porque somos habitante, aunque inestable, de la Comunidad que va a gestionar. Y nos pareció detectar una contradicción que, por lo burda, movería a sonrisa si no fuera tan sintomática de la negra dinámica en que ha entrado la España que deseamos. Como persona de corazón social-demócrata de otro tiempo, hoy social liberal de progreso sí nos separan muchos aspectos ideológicos de la nueva Presidenta de Madrid región (bajada alocada de impuestos frente a necesidades, por ejemplo) pero nada que no quepa en un sano debate y una alternancia democrática en la gestión.
Pero llegó un momento en que la Señora Díaz Ayuso tuvo necesidad de magnificar loas y maravillas del sistema de las Autonomías, profesando su propio amor y fe del carbonero en ese invento tan español, tan caciquil.
Nos dirán Uds. que es de lo más normal que un Presidente de Comunidad Autónoma, y feliz de serlo, alabe el sistema que le encumbra, o que le encubra. Cierto es. Pero Doña Isabel adornó sus palabras con varias apelaciones a una España de libres e iguales, e incluso vaticinó algo así como “más España desde las Autonomías “. Y eso ya no, porque ofende a la ciencia y a la inteligencia. Es una auténtica “contradictio in términis”. Todos, digo todos, los estudios y datos que se ofrecen, ya vengan desde premios nobeles como Picketty o desde estudiosos bancarios o académicos (algunos con prohibición de hacerse público) demuestran ya infaliblemente que el sistema autonómico es una máquina imparable de aumentar desigualdades de todo tipo, sociales, económicas, políticas….No sabemos si más Autonomía en el modelo actual llevará a algún tipo de más España, pero nunca a una España de libres iguales y solidarios. Es un hecho.
Pero lo más impactante fue que la nueva Presidenta de Madrid región, al poco, explicó ella misma y a la perfección porqué el Estado de las Autonomías, la España territorializada artificialmente, por encima de la España de las personas, es un motor de desigualdades (reprochables desde cualquier valor republicano). Doña Isabel confesó que una de las razones de su amor profundo por las Autonomías era que había permitido, bajo la gestión del PP, contrarrestar en parte en la región el empobrecimiento de la catastrófica gestión de Zapatero a nivel patrio. Quedaba todo dicho y meridianamente explicado. El sistema autonómico permite a determinados territorios administrativos, mal inventados y peor diseñados, que ni siquiera figuran en nuestra Constitución aprovechar la acumulación secular histórica de capital físico (Infraestructuras, hospitales, universidades…) y humano (la natural y secular concentración de élites en regiones ricas y con centros de poder) para mantener o aumentar privilegios frente a las que no los poseen por razones históricas. Así de cruel. Creemos que Doña Isabel lo decía con ingenua buena fe, con orgullo incluso, pero el Rey quedó desnudo.
Con la verdad por delante, una España cohesionada de ciudadanos unidos, libres, iguales y solidarios es imposible, inimaginable, con el actual sistema autonómico. Pueden preferir otra cosa, pero sabiéndolo.