Si bien los informativos han estado copados los últimos tres meses con el desarrollo y efectos de pandemia de la COVID-19, no debemos olvidar la lucha permanente por parte de Estado Islámico (ISIS), que ha seguido presente tanto en Siria, Afganistán, Irak y, sobre todo, en África Occidental y el Gran Sahara. Durante este tiempo, ISIS se ha estado reorganizando y modificando su estrategia, con un nuevo orden de prioridades y, a nivel interno, con la preparación de sus efectivos y la captación en todos los frentes. Quizás el más llamativo resulte el grupo de Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) comandado por Adnan Abú Walid al Saharaui, que ha ganado mucho terreno en Mali y Burkina Faso. Sus acciones son demoledoras y ha conseguido captar a un buen número de yihadistas para la causa.
También está muy operativo el frente de Estado Islámico en África Occidental (ISWA) y los expertos en yihadismo alertan sobre la posibilidad de conformación de cientos de pequeñas células durmientes en países europeos, especialmente Alemania, Francia y España, que podrían estar listas para actuar en cualquier momento.
Con una dedicación extrema a combatir los efectos del coronavirus en todo el mundo, ISIS ha encontrado un tiempo precioso para efectuar cambios en toda su organización y ha reforzado tanto las cadenas de mando, estructura, logística, recursos, campos de entrenamiento y diseño y preparación de atentados. Abandonando temporalmente objetivos turísticos, pues el virus se ha encargado de minar las economías de los países a combatir en este rubro, está reorientando sus acciones hacia control de territorios y atentados con mas repercusión en lo político que en lo económico.
El virus del terrorismo, al igual que la COVID-19, no ha desaparecido y permanece entre nosotros. Resulta sorprendente los datos que ofrece el propio ISIS (seguramente nada fiables) indicando que después del ramadán sus efectivos han crecido en un 400% y sus recursos han aumento exponencialmente. Las distintas “inteligencias” antiterroristas, están muy preocupadas estudiando las opciones de nuevo material de guerra bacteriológico que la organización haya podido adquirir. ISIS seguirá utilizando en Europa los cuchillos, bombonas de butano y vehículos para atentar, pero hemos de prepararnos para afrontar atentados de otro calibre que puedan poner en peligro a cientos de miles de personas en cualquier lugar de Europa.
Con todo ello, una “buena” noticia nos viene dada por las disputas, descoordinación y enfrentamientos directos entre Al Qaeda e ISIS. Han roto, al menos de momento, sus posibles relaciones y complicidades para la guerra santa, al tiempo que incluso se dan enfrentamientos entre ellos en Mali y Burkina Faso. La fuerza y capacidad operativa de ISIS no debe ser menospreciada por los distintos estados, pues se han conjurado para reaparecer con fuerza en el panorama internacional. El virus ha tenido la virtud de atenuar su presencia y capacidad de movimientos, pero ha dejado anchas avenidas abiertas para su reorganización militar y financiera.
Los cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados deben estar alertas ante esta nueva realidad, trabajando denodadamente en la prevención y detección precoz, aún a sabiendas de lo complicado que resulta combatir a un enemigo que suele moverse sigilosamente y que aprovecharán cualquier oportunidad que se les deje para atentar de nuevo.