El pasado 18 de agosto se perpetró un Golpe de Estado en la República de Malí. Los medios de comunicación han pasado muy de puntillas sobre el tema limitándose a informar de lo básico, mientras la opinión pública internacional ha pasado olímpicamente del tema. Está claro que hay golpes que nos interesan mas y otros que ni siquiera nos importan. Tras haber dejado un tiempo prudencial para analizar las consecuencias y los posicionamientos de la comunidad internacional, es momento de recordar lo que ha pasado, a quién beneficia, quién o quiénes están detrás y señalar el rumbo que tomará el país.
La República de Malí cuenta con un territorio de 1.240.192 km cuadrados, algo así como dos veces y media España, o la misma extensión que la República de Perú. Su población alcanza los 21 millones de personas y es un país independiente de Francia desde 1960. De los 189 países analizados por el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, Malí se sitúa en el puesto 184, siendo uno de los países mas pobres del planeta. A pesar de no contar con litoral y ocupar su territorio una amplia extensión del desierto del Sahara, Malí cuenta con recursos naturales muy importantes como Oro, Litio, Fosfato, Uranio, Petróleo y Caolín.
Este golpe sería el cuarto desde su independencia y ha sido llevado a cabo por un sector importante del ejército. Toda la comunidad internacional se apresuró a condenar el mismo, preocupándose por el estado del Presidente Constitucional Ibrahim Boubacar Keïta (conocido popularmente como IBK) y haciendo un llamado al retorno a la vía democrática. Una vez comprobada in situ la situación del presidente depuesto y tras entrevistas de la Unión Africana, Naciones Unidas y la Unión Europea con los golpistas, parece que todo ha quedado bien atado. Las empresas extranjeras están seguras y el coronel al mando de los golpistas, Assimi Goita, asegura que lo más pronto posible se celebrarán elecciones en el país, después de poner orden en la gestión del mismo.
Es decir, todo parece normalizado tras 10 días de crisis. Pero todavía no sabemos quién está detrás del golpe, quién lo apoya y cuáles son los intereses de los golpistas. Hemos de recordar que en el norte sahariano del país se produjo un intento de Independencia en 2012 protagonizado por los Tuaregs, que fue sofocado con la intervención de la Legión Francesa. También en el Sahel, desde hace varios años, campan a sus anchas grupos armados del DAESH y de Al Qaeda por controlar la zona, aunque en estos momentos se encuentren en enfrentamientos entre ambas organizaciones. La capacidad de acción de ISIS ha llegado a varios distritos de la capital, Bamako, y supone un peligro real para la estabilidad del país.
También corren los rumores en la alfombras diplomáticas de que Rusia estaría apoyando el golpe, incluso permitiendo su preparación desde Moscú donde varios militares golpistas se encontraban realizando estudios. Podría parecer bastante verosímil que Rusia buscará introducirse en las influencia en África de donde está bastante alejada y que los yacimientos, sobre todo de Litio, Caolín y Oro, estuviesen en sus prioridades de intereses. Pero todo ello no deja de ser una conjetura.
De lo que realmente ocurra en Malí y qué derroteros tomará el gobierno de facto, tendremos noticias en los próximos meses. De momento han conseguido acallar las dudas de la Comunidad Internacional y contar con un periodo de gracia para recomponer la situación.