Es una cuestión delicada y como dirían los americanos o sus dobladores de películas, “No muy popular”. Esto de se ser Asesor o lo que se malinterprete con la palabra, se relaciona con una subespecie profesional de la raza política vinculada al poder y que no se sabe muy bien a que se dedica: O pagar favores pasados o simplemente mantener al más inútil, cachondo y divertido de los colegas de la universidad con un supersueldo para que entretenga con sus ocurrencias, majaderías y gamberradas pretéritas. Como ferviente seguidor de la teoría de la Navaja de Hockam, la segunda opción es la más simple y por tanto más probable. Por ejemplo, yo hubiese sido un gran Asesor político…
En el mundo de los adultos, de los negocios y en la Celtiberia en concreto, el asesor es un perfil desconocido o malinterpretado. Así en esta manía de ser políticamente correctos llamamos “Asesoras de Cabina” a las azafatas de vuelo; “Consultoras Asistentes sexo sanitarias” a las putas de toda la vida o Asesor/ Consultor/ Asistente comercial a lo que antes se llamaba vendedor.
A mi entender, el asesor aconseja, recomienda, advierte o informa y según el diccionario de sinónimos que se emplee. Pongamos un ejemplo, para no hacerlo largo. Los profesionales que nos dedicamos a esto de la asesoría legal, pericial, transacciones e inversiones relacionada con el arte, no somos vendedores de arte. No podemos serlo. En realidad debemos ser considerados Peritos Asesores de Arte, pero me temo que falta todavía mucha didáctica, aunque hace tiempo que en el mundo mundial los propietarios de arte tienen a uno, como tienen médico de cabecera, abogado o Confesor (Coaching si es un hereje).
Es preocupante el desconocimiento con el que el interesado se enfrenta a trámites relacionados con los seguros y sus obras de arte... El principio legal del “Desconocimiento no exime de culpa” se traducen en Polizante (dialecto de los aseguradores) como: “LA PÓLIZA NO CUBRE NI RESTITUYE POR DESCONOCIMIENTO”.
En el mundo del arte, por ejemplo el asesor tiene otras funciones consultivas y especialmente en el campo del seguro. Es preocupante el desconocimiento con el que el interesado español se enfrenta a estos trámites relacionados con los seguros y sus obras de arte. La experiencia me ha demostrado que las compañías aseguradoras cumplen con su obligación y responden, pero lógicamente si tienen que restituir un dinero, querrán tener todas las garantías con cuestiones tan elementales como el valor de lo asegurado (tasación) o la titularidad de las obras (propiedad declarada).
Estas cuestiones tan básicas. A veces se olvidan ya sea por parte de un vendedor de seguros inexperto o con prisas por firmar el contrato y otras (la mayoría) es el propietario quien no lo indica ya sea por ignorancia o por felonía. Así, en una Póliza de Hogar se deben indicar y especificar los bienes especialmente valiosos (obras de arte y antigüedades) y saber si la prima que se paga cubrirá los daños de estos objetos. Probablemente y dependiendo de su valor es posible que se deba pagar una prima extra por ello. Si el vendedor de seguros no lo advierte, malo y si el propietario no lo incluye es su responsabilidad.
Vuelvo a insistir , finalmente será el cliente quien decida, pero en este caso no servirá el gran corolario del marqués de Leguineche “Negligencia tal vez, malicia ninguna”. El principio legal del “Desconocimiento no exime de culpa” se traduce en Polizante (dialecto de los aseguradores) como:”LA PÓLIZA NO CUBRE (NI RESTITUYE) POR DESCONOCIMIENTO”, por tanto la correcta asesoría previa a la contratación de una póliza con piezas de arte y antigüedades será el mejor remedio antes del desastre.