Hace ahora casi un año nadie podía imaginarse la que se avecinaba en el mundo, ni tampoco en Occidente se daba importancia a ese virus infeccioso que ya ocasionaba muertes en China, pero la realidad era que la normalidad se trastocaba y poco a poco el “miedo” fue penetrando en todos los rincones del planeta en un 2020 trágico, nefasto desde cualquier referencia posible. La esperanza de una vacuna contra la COVID-19 que acaba de llegar y el acuerdo al límite entre la UE y el Brexit, bajo una crisis sanitaria sin precedentes que marcará una época, definen un final de año caótico y desastroso a la espera de un mejor 2021.
La amputación social y económica sufrida no tiene parangón reciente a causa de una pandemia que ha matado a casi 1.800.000 de habitantes del mundo, ha contagiado a más de 81 millones de personas y cuyos primeros síntomas de alarma comenzaron en la ciudad del sur de China de Wuhan en diciembre de 2019, cuando la OMS empezó a dar cuenta de la aparición de una extraña enfermedad con una mortífera transmisión que hundía todo lo que tocaba.
Realmente va a ser difícil poder sacar algo positivo de esta trágica, dolorosa y desgraciada situación vivida a nivel individual y colectivo a lo largo de 2020, el año de la Rata en el horóscopo chino, un año para olvidar soñando que el 2021, el año del Buey, ofrecerá más oportunidades en aras de lograr objetivos más concretos. Aun así, las heridas producidas por la pandemia no tendrán una rápida y fácil cicatrización en un mundo global que hace un año aspiraba a trillar los obstáculos más imprevisibles para construir algo mejor para todos.
Además del Brexit y la vacuna, otra buena noticia, de las pocas existentes en este caótico 2020, es la marcha de un Donald Trump que han generado graves problemas en todo el mundo con sus particulares guerras comerciales ya no sólo con China sino también con la Unión Europea. La dejadez de la Casa Blanca en la política exterior ha permitido la consolidación económica del gigante asiático como en el principal competidor a nivel mundial de Estados Unidos.
La vacuna que acaba de llegar es un hito histórico-científico ya que nunca antes se había logrado algo similar en tan poco espacio de tiempo, donde exhaustivos trabajos de investigación, además de miles de ensayos con una enorme cooperación internacional que, acompañada de una ingente movilización de recursos sin precedentes, han hecho soñar con ese “principio del fin” como primer paso hacia el objetivo de que a finales de 2021 la normalidad aparezca lentamente en todos los rincones del mundo.
Las razones dogmáticas para alcanzar objetivos racionales han estado en muchas partes contaminadas de un enorme choque de intereses y de una imposición política bajo una carga ideológica que ha bloqueado una estabilidad más global mientras todos seguíamos asistiendo a un luto diario sin precedentes en este siglo XXI por las numerosas muertes causadas por el coronavirus.
Pero la COVID-19 ha supuesto también cambios tecnológicos tanto en el mundo laboral (teletrabajo) como en la educación, cultura y el propio ocio online, entre otras muchas variantes que están surgiendo con este nuevo planteamiento socio-económico-laboral con el desgraciado nacimiento de la pandemia.
En suma, el propio virus desgraciadamente ha originado miles de muertos, ha arruinado a millones de personas y ha creado profundas desigualdades en todo el mundo. Y sólo deseamos lo antes posible el comienzo de 2021 con la esperanza de que la “vacuna lo arregle todo”.
Pero si la vacuna es la mejor noticia de este año que termina y con la enorme esperanza que sea eficaz para remediar la brutal realidad que padecemos, el acuerdo final entre la UE y el Reino Unido sobre el Brexit ha sido un “punto de inflexión” vital para la estabilidad económica europea, un acuerdo, como así lo han querido no todos los británicos, que deja al Reino Unido fuera del mercado interior más próspero y rico del mundo.
¿El Reino Unido habrá recuperado su independencia nacional? Habrá que verlo, y también las inminentes consecuencias para ambas partes, pero el hecho es que se termina con una inestabilidad que surgió cuando el 23 de junio de 2016 se celebró un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea que proporcionó su salida del ente comunitario.
Tras evitarse un “Brexit duro”, el 1 de enero de 2021 comienza una nueva etapa de relaciones de la cual todo hace indicar que al final al menos el organismo comunitario no ha salido realmente perjudicado, a la espera, eso sí, de ver qué ocurre ahora con un socio que se fue y que afronta sus propias divergencias políticas y económicas con Escocia e Irlanda del Norte, pero el populista Boris Johnson está convencido del éxito de la marcha de la Gran Bretaña de la Unión Europea. “Es el momento de pasar página y mirar al futuro”, dijo Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (CE).