Nos ha venido este recuerdo como particularmente oportuno para reflexionar sobre algunas claves y peligros de nuestro momento político. Lo primero consistiría, naturalmente, en actualizar la anécdota. Hoy en día, obviamente, se puede decir que todo el mundo domina el alfabeto y es capaz de leer mecánicamente textos, aunque más no sea 280 caracteres seguidos en un teléfono. Pero leer, saber leer, hoy en día, es mucho más que descifrar la negrita. Es una actitud activa de comprensión, creación, ordenamiento de ideas, absorción omnicomprensiva de información, etc…. Y también, hogaño, no es necesario quemar volúmenes para destruir la lectura como medio de maduración, conocimiento esforzado y activo, base fundamental de reflexión y ¡de..libertad! Basta ver nuestro modelo educativo, o, mucho peor, las pautas culturales y de comportamiento que marcan potentemente los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon...) basadas en la inmediatez, eslóganes, frivolización , campañas primarias…Observamos ahí un potencial peligro para la juventud de hoy, con las excepciones de rigor. Y es que hay algo mucho más peligroso que la ignorancia. De hecho todos somos muy nescientes en muchos campos de la vida. Pero lo peor es que siendo ignorante, total o parcial, creas que sabes. Esa es la peor situación para tomar decisiones importantes. Como por ejemplo votar.
Por esa razón, el Gobierno francés ha hecho de la lectura activa y profunda por parte de la juventud un objetivo central. En palabras del Ministro de Economía, es una actitud de combate, y la tiene que llevar, casi, una minoría perseguida.
Y otro interrogante que nos plantea la anécdota inicial de hace 150 años (insistimos, La comuna de Paris) es la siguiente : ¿Qué puede suceder si una gran masa crítica de “revolucionarios”, hoy en día anti-sistemas, que llegan al poder “no saben leer”?
Como en los buenos sistemas educativos, las contestaciones a esta cuestión se dejan a criterio de cada avezado lector.