Las Elecciones a la Asamblea de Madrid se han convertido en una especie de plebiscito ideológico, en una guerra sin cuartel entre un tipo concreto de supuestos demócratas de extrema izquierda frente a unos grupos de ultraderechistas y fascistas.
Lo cierto es que la pre campaña electoral en Madrid estaba bastante tranquila hasta el aterrizaje forzoso de un componente desgastado del Gobierno de Pedro Sánchez: Pablo Iglesias.
Si se habló mucho del llamado "efecto Illa", que si que lo hubo permitiendo que el PSC ganara unas Elecciones autonómicas en Cataluña que aún no han posibilitado gobierno regional alguno, lo cierto es que también se está registrando un cierto "efecto Iglesias", que se ha traducido en un tensionamiento premeditado del debate electoral.
Pablo Iglesias ha amanecido a la campaña electoral de Madrid como el catalizador de la violencia, con sus discursos amenazadores que colocan los fantasmas de un supuesto fascismo ciertamente inexistente en ninguna parte: Podemos, el partido de Iglesias, no ha realizado ninguna propuesta técnica o política.
La izquierda radical, la inspirada en el comunismo marxista, huye de la gestión y, salvo casos memorables como el de la alcaldía de Córdiba de manos de Julio Anguita, no ha habido muestras de gestión existosa en ningñun momento de la Democracia española desde 1975 hasta nuestros días, siendo la de Pablo Iglesias la única ocasión en la que un miembro comunista accede a puestos en el Gobierno de España por la vía del acuerdo con el partido gobernante. Y la conclusión, es que la presencia de Iglesias en el Gobierno no ha aportado nada realmente destacable.
Hoy asistimos a una campaña crispada por la fuerza, donde el debate ha sido monopolizado por la extrema izquierda, que busca la crispación y el fomento del odio entre españoles. Lo raro es que el PSOE que lidera Pedro Sánchez se haya prestado al juego.
Las últimas encuestas estiman una caída importante del Partido Socialista en sus resultados electorales. Y podemos entender que esta caída en la intención de voto no se debe solamente al perfil extremadamente plano de su candidato Ángel Gabilondo, sinoa los efectos perniciosos del acercamiento del PSOE a los postulados de Podemos y de su líder Pablo Iglesias.
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