No hablamos del Gobierno, desprestigiado y felón desde hace tiempo, dentro y fuera, decimos el PSOE. Aportemos cuatro síntomas. Los balbuceos sosos y vacuos de su segundo cargo orgánico, el ciudadano Ábalos, cargando la culpa en lo raro y malos votantes que son los madrileños e intentando enclaustrar los resultados en una anécdota regional debida al Partido Socialista Madrileño. Dos mentiras que deberían inhabilitar para la política. Pero lleva tantos nuestro amigo de Delcy…Por cierto, el Secretario General del Partido, llamado Pedro Sánchez, como siempre, sigue escurriendo el bulto. En búsqueda y captura.
El segundo síntoma nos lo parecen las exageraciones delirantes (y ofensivas) de Carmen Calvo, a la que siempre deseamos la mejor salud, para rearmar la pureza de la ideología socialista del PSOE. Desde la más perfecta ignorancia del asunto, se permite decir que los socialistas no se ocupan del bien vivir de la sociedad y que desprecian la libertad que buscan los rivales, porque lleva a los campos de exterminio!!!! Mucho desbarre es eso, demasiado nerviosismo, incluso para ella.
Evidentemente, en tercer lugar destaca el tan inmediato y precipitado alzamiento de lanzas en el PSOE andaluz, impropio de un Partido con empaque, seriedad y solidez. Y en cuarto lugar restalla la demostración de autoritarismo pueril, nerviosismo, debilidad y propensión al ridículo erosionante que prueban los expedientes incoados a Don Joaquín Leguina y Don Nicolás Redondo Terreros. Tan penosos como innecesarios, frutos de una rabieta o de una inseguridad que expone las vergüenzas del PSOE actual.
Decía el mismo Leguina que, hoy en día, el PSOE era una organización, unas siglas, secuestradas por Pedro Sánchez, al servicio de sus ambiciones y frikerías (muy poco o nada socialistas). Tal vez resulte que no lo tenga tan secuestrado, ni tan amarrado, lo que sería una excelente noticia, y su derrumbe puede ser más cercano y más estrepitoso de lo que creíamos.
En cualquier caso, se demuestra una vez más que una de las grandes carencias y miserias que arrastra la democracia española es la inexistencia de un gran partido de centro izquierda, de izquierda democrática. Zapatero el infame se cargó al PSOE, y Sánchez lo está rematando. Y así no hay democracia moderna que funcione.