En líneas generales sabemos lo que dijeron en la rueda de prensa. Desconocemos lo que hablaron los ministros y consellers. Esto nos lo han ocultado. A pesar de ello, podemos saber perfectamente los puntos que trataron. Al final, como ya dijo en su momento Artur Mas, el problema es monetario. Seguro que pusieron las bases para ampliar la financiación de Cataluña. En segundo lugar ampliar las competencias. Quizás entre las exigencias que conseguirán será la retirada de la Policía Nacional de la Vía Layetana. Evidentemente lo del aeropuerto de El Prat será concedido y se olvidarán del paraje natural, los patos y todas sus derivadas.
Aragonés puede ser un sectario. Oriol Junqueras lo mismo. Lo que no son es tontos. A diferencia de Puigdemont y sus acólitos que son sectarios hiperventilados que no ven más allá de sus narices. Pues bien, los dos primeros saben muy bien que no pueden perder 1.700 millones de euros y miles de puestos de trabajo. Tienen que mover ficha para darle a conocer a la sociedad catalana que ellos saben gobernar. El saber gobernar para ellos es que les hagan el trabajo y colgarse las medallas. Como gestores son unos inútiles. Poniéndose medallas los primeros. Y de cara a su electorado podrán vender que ERC es mucho mejor que JxCAt y seguir en la poltrona. Todo esto no nos lo han dicho y estaría muy bien saberlo. La transparencia es muy importante en estas obras teatrales. Pero no les interesa. Esta partida la tienen que alargar. Y lo harán.
Volviendo a los albats, en la Edad Mediana se creía que su espíritu beneficiaba a la familia a la cual pertenecían. Por eso era habitual enterrarlos en el subsuelo de la casa o delante de ella, para que el espíritu del albat no inquietara y continuara protegiendo a los vivos.
Ayer Sánchez y Aragonés enterraron alguna cosa debajo o delante de esa mesa de diálogo para que los protegiera. Ambos, aunque muy alejados en su manera de pensar como dijo Sánchez, están más cerca de lo que dicen. Necesitan alargar la mesa de diálogo, hacer reuniones, soltar discursos, dar concesiones, quitar otras, hacer ver que no se entienden y luego darse la mano… En definitiva, marear la perdiz porque los dos tienen una meta en común: 2023.
Sánchez quiere ser presidente hasta esa fecha. Quizás llegue muy desgastado y pierda las elecciones, pero en política dos años se hacen muy largo y las encuestas pueden cambiar. Aragonés tiene que demostrar que sabe gestionar, debe tener contentos a los de la CUP y tomar ventaja a JxCat. Todas estas maniobras de no entendimiento le van bien a ERC. Aragonés tiene dos años para tomar carrerilla, convocar elecciones si las CUP cumplen con s palabra y sacar la ventaja suficiente para repetir en la Generalitat. Esta vez cambiando de socios y dirigiendo su mirada a PSC y Comuns. Mientras tanto, a nivel global, la parálisis se establecerá en España y Cataluña. Mientras ellos vayan bien, ¡que importan los problemas de la sociedad!