Lo asegura José Luis Cordeiro, el intelectual y científico que se ha convertido en presidente de la Sección Iberoamericana de la institución madrileña, el primer presidente nacido en Venezuela, hijo de españoles emigrantes durante el franquismo. Es un caso vocacional. Ya desde su adolescencia, en Venezuela, Cordeiro participó en múltiples actividades en el Ateneo de Caracas, cuando María Teresa Castillo era la presidenta y Miguel Henrique Otero su secretario general. Ahora, décadas después, se propone estrechar lazos a uno y otro lado del atlántico en un Ateneo cuyos orígenes se remontan al año 1820, cuando España y toda Iberoamérica cruzaban un turbulento período histórico; de hecho, funcionó en la capital durante el llamado trienio liberal, hasta 1823, cuando volvió el absolutismo del rey Fernando VII y las luchas por la independencia en Iberoamérica continuaban.
La institución resurgió en 1835, denominándose primero Ateneo Científico y Literario, y más tarde Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, que luego dio origen a un modelo replicado en otras ciudades de España. En las nuevas naciones al otro lado del Atlántico, de hecho, también fueron apareciendo ateneos importantes en Argentina, México y más tarde en Venezuela.
La primera Sección Iberoamericana en Madrid, que ahora tomará un fuerte impulso de la mano de Cordeiro, desarrolló sus actividades entre 1923 y 1936, contando con intelectuales de ambos lados del Atlántico como Rafael Altamira y Crevea, Rufino Blanco Fombona, Alfonso Reyes y Ramón José Sender, antes de ser cerrado durante la guerra civil y el franquismo.
En 1988 renacía la Sección Iberoamericana con la participación de importantes figuras como Paulo Freire, Augusto Roa Bastos y Leopoldo Zea. Desde entonces, esta área ha seguido activa realizando eventos para unir a los iberoamericanos de los dos continentes, algo que ahora se hará si cabe más intensivo con un intelectual convencido del progreso, también en el ámbito de la cultura, siempre desde el respeto a los principios democráticos y el fomento del espíritu crítico y el propio pensamiento.