Con unas tasas de inflación en aumento, la imagen es desesperanzadora. La inflación adquiere cada vez mayor importancia en los círculos de los bancos centrales: es posible que las recientes subidas de precios sean solo en parte temporales y que algunos factores de impulso de los costes se mantengan a medio plazo o sean incluso permanentes. Pensemos, por ejemplo, en el mercado laboral: el desempleo en la zona del euro cayó recientemente hasta su nivel más bajo desde el inicio de la pandemia. A pesar de que la presión salarial sigue siendo moderada en la zona del euro, cabe esperar subidas salariales más importantes. También hay factores de impulso estructurales de los precios, entre los que se incluyen el cambio climático y la demografía. En Alemania, solo este año se jubilarán 300.000 personas más de las que accederán al mercado laboral. Para 2029, se cree que esta cifra alcanzará las 670.000 personas. Esto significa que los inversores deberían prestar atención a la rentabilidad real. Todavía no se vislumbra un regreso a la “normalidad”, aun cuando el mercado de bonos pueda regresar ocasionalmente a territorio positivo.