En estos momentos vivimos en un mundo digital dominado por los datos. La digitalización no es nada nuevo para nadie. Ya sea descargar repetidamente los mejores momentos de un partido de la Liga de Campeones o recibir por correo medicamentos recetados, hoy en día casi todo es posible gracias a Internet. La pandemia de 2020 aceleró este comportamiento de forma espectacular. Muchas empresas tradicionales se han visto obligadas a llevar gran parte de su negocio a Internet, por ejemplo, permitiendo a sus empleados trabajar desde casa, contratando nuevas ofertas de software como servicio (SaaS), lanzando nuevas tiendas de comercio electrónico o ampliando las que ya tenían. Como resultado, en 2020, el tráfico de datos en Internet aumentó casi un 50% en todo el mundo.
En este sentido, el almacenamiento de datos en la nube desempeña un papel cada vez más importante. Dependiendo de la complejidad del modelo de negocio y de los requisitos, como la consideración de las condiciones del marco legal, el traslado de una infraestructura informática a la nube se produce a diferentes velocidades. Además de los argumentos habituales, como la flexibilidad o la reducción de los costes de TI, la creciente gama de aplicaciones de software en la nube, que estructuran y analizan los datos existentes con la mayor rapidez posible, conduce a una aceleración de la adaptación de las soluciones en la nube. Sin embargo, la pandemia obligó a las empresas a poner en marcha este proceso, normalmente largo, en muy poco tiempo. Aunque esta rápida transición ayudó a proteger la salud de los empleados, a mantener la continuidad del negocio y a recuperar parte de los ingresos perdidos por la disminución del tráfico peatonal, el rápido cambio al negocio en línea también trajo consigo numerosos problemas de seguridad y privacidad. Esta evolución fue subestimada por muchos.
Tenemos que reconocer que los datos almacenados digitalmente son más vulnerables que nunca. Cada vez se habla más de violaciones de datos y robos de identidad que afectan a millones de personas. Sólo en 2021, se han publicado en Internet los datos personales, como números de teléfono, nombres completos, ubicaciones, fechas de nacimiento, currículos y, en algunos casos, direcciones de correo electrónico, de 533 millones de usuarios de Facebook. Recientemente, el hackeo del portal de streaming en directo Twitch o el fallo de los servicios de red WhatsApp, Instagram y Facebook debido a un error de configuración provocaron titulares. En ambos casos, sin embargo, no parece que se haya accedido a los datos de los usuarios. Las empresas y organizaciones se esfuerzan por proteger sus datos de los piratas informáticos y los ladrones de datos, pero sólo unas pocas pueden garantizar una seguridad total. En tiempos de ataques desde el ciberespacio, es importante que las empresas no cometan ningún error, porque un hacker sólo necesita un punto débil en el sistema para acceder. Esto se aplica no sólo a los servidores de la empresa, sino también a los ordenadores, teléfonos móviles y tabletas.