Les dejo percibir las consecuencias para la igualdad y solidaridad de la inmensa mayoría de los españoles. Les dejo padecer el humillante e inverecundo sometimiento a los que somete a los ciudadanos españoles. Y no diremos más, porque cualquier elucubración sobre detalles o aspectos del hecho, como la figura del árbitro, el lugar, las declaraciones, carecen de todo interés ante el mal absoluto, incluso lo banalizarían. Es el hundimiento del concepto de España como Nación y con deshonra máxima. Y no estamos dispuestos a discutir la Ley de la gravedad ni porqué dos y dos son cuatro y no cinco. Quién no vea lo que ha ocurrido, no lo verá jamás.
Por eso para completar este billete semanal tentaremos otro tema globalmente llamativo. Tanto que Su Majestad la Reina de España se ha manifestado interesada por él en público. Nos referimos a la teoría, o pensamiento, que consiste en sostener que la felicidad de la especie humana necesita de un fuerte decrecimiento económico, de una pérdida de prosperidad de los ciudadanos. Es interesante que tal tema se plantee en España, o para alguna de sus taifas, porque, sin bebérselo ni comérselo, España está sirviendo de cochinillo de indias de manera espontánea. Así la renta per cápita de los españoles es, hogaño, aproximadamente la misma que en 2007. Eso significa que los españoles han dejado de crecer económicamente, con altibajos, en estos últimos 17 años. No es decrecimiento,pero su puerta de entrada: el estancamiento. ¿Ha sido bueno? Convendría consultarlo antes de abrazar la teoría. Sobre todo que durante esos trece años la desigualdad económica interindividual, medida en diversos informes y por el índice de Gini, ha aumentado notablemente. Como la renta per cápita es un promedio, hay pocas personas que han visto crecer mucho su renta per cápita y bastante más que la han visto “decrecer”. Es decir muchos españoles, conscientes o no que han experimentado el “decrecimiento”. Convendría consultarles, por ejemplo, cuando tienen muchas más dificultades para adquirir una vivienda que hace 20 años, o cuando parte de la clase media pasa a una economía de endeudamiento permanente para subsistir por ejemplo. Convendría recordar, en fin, que es un poco frívolo hablar de decrecimiento a nivel internacional o nacional sin preocuparse simultáneamente, o prioritariamente, de la igualdad.