Lo normal es que el encuentro en la Casa Blanca, con Trump y Vance anfitriones y Zelenski invitado, fuera cortés. Mesa grande con acompañantes, papeles y documentos si fueran necesarios. Declaraciones a la prensa únicas o separadas. Y fotos. En su lugar: Mesa pequeña. Sillones juntos. Americanos trajeados, en comandita, manos al aire, aspavientos y mala cara. El ucraniano solo, echado hacia adelante, sin chaqueta, digno y con fotos en la mano. De repente, la cortesía saltó por el aire para convertirse en trifulca. Un follón ante la televisión llevada para recoger y propagar dos frases duras: El juego sin cartas de una Ucrania sin armas, dependiente de la ayuda USA. Y el aviso de peligro a una Tercera Guerra Mundial.
Antes de la reunión, los que iban y los que estaban al tanto, sabían la postura e interés de todos. Estados Unidos había avisado en la Conferencia de Seguridad en Múnich, con Vance, su propósito en el segundo mandato Trump. Primero USA, midiendo compromisos, ayudas y cobros. OTAN aparte, Europa y Ucrania después. En consecuencia, dijo Vance, la UE a pechar con lo europeo, para que los EE.UU., libres, atiendan lo que ocurra en el mundo. Por otra, Zelensky, en rol triple de presidente ucraniano en guerra con Putin, aspirante a meter a su pais en la UE y buscando amparo OTAN ante Rusia.
Desde esta situación, los americanos y el ucraniano debían haber visto y preparado lo previsible. Lo inmediato y a plazo más largo. Y lo prepararon. Que los americanos habian estudiado lo inmediato quedó patente con la cita, no tonta, del vestido de Zelensky y la falta de fervor por no ir a la Casa Blanca trajeado. Que el ucranio también lo había hecho se vio en una representación difícil hasta para un actor de teatro. Para el plazo más largo, superior a los cuatro años de mandato de Trump, los americanos los escenificaron con el envite Trump-Vance, sobre el culto a la figura presidente USA, el respeto al Despacho Oval y el agradecimiento por lo hecho por Obama y Biden. Previsto y demostrado, también, en el empaque y gestos de Zelensky. En definitiva, los americanos teatralizaban el acto frente a la UE, Putin y el mundo, buscando un acuerdo posible y económicamente beneficioso para USA. A la vez y con motivos parecidos, el ucraniano interpretaba su estancia en el Despacho Oval, buscando, además de empatía, la ayuda de Europa.
Al terminar, Zelensky, echado a la calle o porque quiso, salió solo. Unos minutos después, apuntó en X algo, preparado y no acorde con lo ocurrido: ‘Gracias Estados Unidos, gracias por su apoyo, gracias por esta visita. Gracias presidente Trump, Congreso y pueblo estadounidense. Ucrania necesita una paz justa y duradera y estamos trabajando justamente para conseguirlo’. Aparte, Trupm, puede que preparado, suavizó tono, marcó postura y amplió expectativas: ‘Quiero un alto el fuego ahora’, la guerra debe terminar ‘inmediatamente’. Zelensky tiene objetivos diferentes a los de Washington, quiere ‘seguir y luchar’, en lugar de buscar una solución pacifica. Si quiere reunirse nuevamente, debe centrarse exclusivamente en la paz y evitar las criticas hacia Putin. ‘Tiene que decir quiero lograr la paz. No tiene que estar ahí parado diciendo Putin esto, Putin lo otro; todo cosas negativas’.
En resumen, Trump-Vance, sin ganar, impusieron condiciones USA. Zelensky, empático en Europa, perdió el envite Casa Blanca y ganó el relato. Tras la entrevista, la UE hablará en Londres, Bruselas o en cualquier sitio; de acuerdo o en desacuerdo entre todos y con el resto del mundo. Como la relación, por voluntad general, sigue abierta, todo es posible. También el acuerdo USA-Rusia sobre el reparto entre ellos de la riqueza de las tierras raras de Ucrania. Lo siguiente puede ser otra encerrona en la Casa Blanca o algo distinto.