Sabemos de Putin que nació en una familia pobre, sometida a las duras condiciones de vida de la URSS de postguerra. Stalin había impuesto su poder absoluto eliminando físicamente a sus rivales. Máximo Gorki, amigo de Lenin y exponente de la cultura soviética, lo denuncio y se exilió a Italia: Exterminar fríamente al prójimo se ha convertido en una práctica corriente. Es la brutalidad asiática que nos corrompe por dentro. Ochenta años después no deja de ser extraordinario que a Putin se le achaque similar conducta por el envenenamiento de exagentes desafectos y la desaparición de varios oligarcas que han criticado la invasión de Ucrania.
Pero el hecho es que creció cuando la URSS era una gran potencia rival de Estados Unidos y miraba con aire de superioridad a la China de Mao, obligada a respetar la jerarquía soviética a regañadientes. Precisamente una actuación de Kissinger que menciona en su entrevista fue la apertura que brindó Estados Unidos a China, lo que desquició a Brezhnev que no podía concebir lo que se denominó diplomacia del ping pong. El político norteamericano, lúcido a sus 95 años, lo explica así, seguramente desde el deseo de que lo escuche Biden: no es prudente, frente a dos enemigos, adoptar una posición que les induzca a acercarse.
La disolución de la URSS tras la caída del Muro de Berlín está considerada por Putin como una gran tragedia, aunque su asalto al poder emane de ese acontecimiento. Era un chico listo adoctrinado por el régimen y vio como la Rusia revolucionaria, convertida por Stalin en la URSS, dejó sin efecto las fronteras en más de 22 millones de Km. cuadrados y 300 millones de habitantes. La disolución sobrevenida tras Gorbachov dejó la actual Federación rusa en 17 millones de Km. cuadrados y la mitad de población. La paradoja es que su PIB es inferior al de Francia, aunque su territorio cuadruplica el total de la Unión Europea, lo que da idea de sus recursos naturales y explica el problema creado con el gas y el petróleo. Lo advierte el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz: hoy no se puede sustituir la cantidad de gas que Europa recibe de Rusia.
Mas si volvemos sobre el peligro que representa un personaje del perfil de Putin, basta adentrarse en la historia que vivió Europa en la primera mitad del pasado siglo. El 28 de junio de 1914 cuando el archiduque de Austria y su esposa llegaron a Sarajevo reinaba la paz. Un terrorista serbio logró asesinarlos y solo treinta y siete días después estallaba una guerra que dejó veinte millones de muertos. Quienes dieron pie a la tragedia era los que dirigían los imperios de la época: el austrohúngaro con Guillermo II y el ruso con el zar Nicolas II. El destino de las naciones estaba en manos de unos pocos con poder absoluto. Y no se escarmentó: años después Hitler se adueñaba del poder en Alemania y Europa vivió de nuevo una guerra destructiva en la que sesenta millones de personas perdieron la vida.
La inmensa tragedia quedó grabada en cuantos la sufrieron y en cuantos la vivieron. De ahí nació la idea en los padres fundadores de la Unión Europea: Robert Schuman, Konrad Adenauer, Jean Monet, De Gasperi y como visionario volcado en proporcionar ayuda económica, el general Marshall que logró convencer al presidente Truman. Contad los nombres porque dan idea de lo que pueden lograr en positivo pocas personas. Fue igual de reducido el número de los que provocaron cada una de las dos guerras mundiales.
La Unión Europea nos ha dado setenta y cinco años de paz que hemos dedicado a desarrollar un proyecto en común. Nos ha preservado de la patología nacionalista, por más que suframos algunas excrecencias. Parecía asegurada la salud democrática, el control del poder, es decir, de quienes lo obtienen por voluntad del pueblo, pero sujetos a escrutinio y sometidos a contrapoderes creados a tal efecto. No contábamos con el germen resistente del comunismo que tan defectuosamente se desmontó en la Rusia soviética, en la que el aparato del poder se adaptó a la situación tras la caída del Muro de Berlín y se hizo con sus resortes políticos y económicos.
Y henos ahora ante un ejemplo del peligro de la pulsión de poder si se ejerce sin limitación. Putin piensa, además, que las democracias europeas están debilitadas, pero que la OTAN con su potente socio americano le amenaza. Mira el mapa de la URSS y le resultan inaceptables las fronteras actuales, en especial la Rus de Kiev (actual Ucrania) donde nació Vladimir, el guerrero fundador de Rusia, luego santo, del que Putin lleva su nombre. La pregunta que nos hacemos es si Putin va a llegar hasta el límite de su capacidad para repensar si la guerra socavará su poder en Rusia. Pero el principal interrogante que nos inquieta es que no caiga en la desesperación del fracasado, teniendo como tiene el mayor arsenal atómico.