Por un lado, el FMI advierte de la cercanía económica y los vínculos que hay entre los países europeos y Ucrania y Rusia, ya que el riesgo de escasez y de interrupciones en el suministro de bienes y energías tienen altas probabilidades de ocurrir, generando problemas de materia prima, aumento de la energía que al sumarse al momento inflacionaria que vivimos, abriría aún más la brecha entre las clases sociales.
Por otro lado, la aseguradora de crédito COFACE ofrece distintos recursos y soluciones a las empresas ante un entorno como el actual en el que la solvencia de las empresas se verá claramente afectada. Estos problemas de liquidez generarán que las empresas deban realizar un mejor análisis de su situación, poniendo bajo la lupa las múltiples relaciones comerciales que tengan, partnerships e incluso de clientes a través de mejores estudios y análisis de riesgo, informes comerciales de empresas detallados y actualizados e incluso a través de la contratación de seguros de impagos que protejan a las compañías de esta situación de riesgo empresarial en el que se encuentra España y Europa.
A continuación, compartimos con todos vosotros un breve resumen, puesta en antecedentes incluida, sobre el impacto que la guerra está teniendo sobre los diferentes sectores económicos en España:
Un conflicto con implicaciones globales
Desgraciadamente todos los expertos apuntan en la misma dirección: las estimaciones de las implicaciones del conflicto para la economía mundial siguen una trayectoria peligrosamente ascendente durante 2022. No obstante, lo peor está por venir, ya que las consecuencias más evidentes llegarán a partir de la segunda mitad del año y 2023.
Alimentos y energía
El aumento del precio de los alimentos es uno de los aspectos que más preocupan. No olvidemos un hecho crucial para la ecuación económica: Ucrania es uno de los mayores exportadores mundiales de trigo, maíz y cebada. El bloqueo por parte de Rusia de dichas exportaciones ha logrado crear un vacío que, a pesar de las diferentes alternativas disponibles, difícilmente podrá ser rellenado a corto o medio plazo.
Por otro lado, la crisis del actual sistema energético ha puesto en jaque a más de medio mundo. Y es que la dependencia energética (gas, petróleo, carbón...) del mercado ruso hace que muchos países vivan con gran incertidumbre la actual coyuntura. Como os podéis imaginar el futuro que dibuja la guerra, tras su clara incidencia en el mercado de productos y bienes de primera necesidad, no resulta demasiado alentador para ningún sector económico.
Caída en picado de la solvencia
El importante papel que tanto Rusia como Ucrania juegan en la producción mundial de bienes de primera necesidad ha llevado, como consecuencia de la falta de suministro, el encarecimiento de precios y, por consiguiente, a una disminución del poder adquisitivo de las familias. Este clima de incertidumbre está afectando, de igual forma, a la capacidad financiera de las empresas por culpa del aumento de los costes de producción. No en vano, en 2021 las insolvencias corporativas en Europa aumentaron hasta alcanzar niveles anteriores a la pandemia. Probablemente debido a la paulatina supresión de las ayudas por la COVID-19. Algo que, por otro lado, ha hecho que la demanda de informes comerciales de empresas solventes, procedente de compañías como Coface, se dispare durante los últimos meses, algo muy positivo porque implica que las empresas han tomado conciencia de analizar bien sus alianzas y relaciones empresariales.
Sectores económicos más afectados.
La escasez de cereales, los elevados precios del crudo y los fertilizantes o la crisis de los semiconductores dejan claro que la actual coyuntura económica afectará, y está afectando, a casi toda la cadena productiva y económica. No obstante, son los sectores más cíclicos y con un uso más elevado de la energía sobre los que más está influyendo negativamente toda esta situación. Los Transportes, petroleras, automoción, agroalimentación o la industrial textil son solo algunos de los ejemplos más destacados. Por otro lado, también existen otros sectores que, si bien aún aguantan el tirón, se terminarán viendo bastante afectados si el conflicto perdura en el tiempo. Ejemplo claro de ello es la industria farmacéutica, la química o incluso los medios de comunicación.
Un contexto de lo más desalentador
Las previsiones prosiguen modificando a la baja el aumento del PIB para este año en España. Las últimas estimaciones lo sitúan en el 4,8% (8 décimas menos que en el informe anterior). Por si fuera poco, y los datos resultan incontestables, el crecimiento de nuestra economía ya queda bastante lejos del 7% previsto por el gobierno. En contraposición, la inflación prosigue su carrera al alza con cifras de hace más de tres décadas (8,7% en mayo). La desaceleración es ya más que evidente.
Malestar social
Una de las consecuencias de la actual crisis de los sectores económicos de nuestro país es el creciente malestar social. Transportistas, agricultores y ganaderos, hostelería, automoción, industria en general... Son miles las personas dispuestas a salir a la calle tras los continuos incrementos de costes. Los continuos parones, la escasez de muchos componentes y de la materia prima o el ascenso meteórico del precio de los combustibles y la energía hacen que la situación se torne ya insostenible para una gran parte del sector empresarial.
Y no nos olvidamos de las pymes y autónomos. Dos sectores que siempre han marcado, a pesar del maltrato constante, el ritmo de crecimiento de la economía española. Nuestro país, y hace falta repetirlo más a menudo, se sostiene gracias a la microeconomía. No en vano, representan el 90% del tejido empresarial. Logrando, ya de paso, generar entre el 60% y el 70% del empleo. Por desgracia, dado su carácter multidisciplinar, se trata de dos de los sectores más golpeados por la crisis.