Desde luego conviene recordar que Alemania también supo cortar de raíz la subversión de origen extrema izquierda que supuso la banda “Baader Meinhof” y que más bien parece que esa Nación prefiera, hoy en día, anticipar y yugular los movimientos subversivos desde su nacimiento. Ahogar al monstruo en el vientre de su madre. En ese mismo orden de cosas se puede explicar el ruido y propaganda con que se comunicó la redada. No sabemos nada de las pruebas contra los detenidos, luego no sabemos la gravedad e importancia de lo que supuestamente estaban maquinando (Por ejemplo, ¿tenían alguna relación financiera o práctica con Rusia, como tuvo Le Pen o han tenido los golpistas del procés? En este momento es muy importante…) Pero sí sabemos que, a diferencia de hace 90 años, si los detenidos han visto dañados sus derechos fundamentales o han sido atropellados, tienen la garantía de un sistema judicial democrático y fiable. Si ha habido exageración o sobreactuación en la exposición de los hechos puede que sea por afán pedagógico. Sabido es que la conciencia cívica se forma a través de cuatro ejes, la familia, la educación reglada, los medios de comunicación, hoy en día con especial fuerza de las redes y medios electrónicos, y…. ¡la aplicación de las Leyes! Los tribunales, al final, delimitan la frontera entre lo lícito y lo ilícito, entre “el bien y el mal”, de las actuaciones de los ciudadanos. Y los alemanes tienen especial interés histórico en que los votantes sepan que atentar contra el orden constitucional, o traicionar a tu Patria y a la democracia es gravísimo, es un crimen mayor que no admite tibiezas y el autor será perseguido de manera implacable.
No veo que ningún demócrata, de izquierda, derecha, centro, o híbrido, se deba sentir preocupado por la “operación alemana”, antes al contrario. Esto va contra golpistas y totalitarios, racistas o no, cruentos o no.
Y aquí viene la extrañeza. Con la verdad por delante no entendemos cómo la reacción en España, ante tal ejercicio de protección de la democracia y el interés general, no ha consistido en comparar y reflexionar sobre la manera de desproteger el bien común y la España constitucional que nos asuela. En nuestra Patria los que atentan y subvierten el orden constitucional lo hacen ya a cuerpo descubierto, sin camuflaje, ya sea cruentamente, violentamente o palaciegamente. Ahí están Bildu, PNV, ERC, Ayuntados por Cat, CUP, y sus conocidas fechorías. ¿Nuestra propuesta a los alemanes va a ser que supriman el delito de sedición, el de malversación y se apresuren a soltar a los detenidos? ¿Dónde se protege mejor el interés general? ¿Dónde hay democracia digna de ese nombre?
Y, finalmente, salvo un pequeño grupo de excelentes académicos que han recalcado inmediatamente la fortísima contradicción entre la actitud de los jueces de Schleswig-Holstein frente a la extradición de Puigdemont y las acusaciones y encarcelamiento a los detenidos en Alemania, no hemos visto reacción alguna en España. ¿Dónde están los jueces clamando por una revisión de la euroorden y apelando? ¿Dónde están nuestros europarlamentarios haciendo preguntas, agilizando la expulsión y removiendo el tema en varios niveles? ¿Dónde nuestra diplomacia apretando a Alemania? ¿Dónde están el PP, Ciudadanos y VOX, exigiendo que Alemania se justifique políticamente, aireando las contradicciones, aprovechando el disparate para amenazar salir de la euroorden y manteniendo la tensión pedagógica? Sólo se me ocurre una explicación. En España se han perdido todos los referentes de lo que es una democracia y de lo que es el bien común. En Europa lo saben, y nos toman, merecidamente, por el pito del sereno. Y así nos acercamos al invierno…