Los principales factores que sitúan a España como un país privilegiado para atraer inversiones son:
Un ambicioso Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, cuyo objetivo es obtener el 74% de la energía de fuentes renovables para 2030 y el 100% para 2050.
Disponer de los niveles de irradiación solar más altos de Europa.
Contar con una extensa red de transporte y distribución de electricidad.
Tener suficiente terreno disponible para el desarrollo de nuevos proyectos.
Para Ignacio Alonso, “España se beneficia de un tejido empresarial de alta calidad presente en el sector renovable, que ha evolucionado en los últimos años desde modelos de negocio puramente promotores -o industriales- y de menor valor añadido, a modelos de negocio como productores independientes de energía (IPP, por sus siglas en inglés) verticalmente integrados en toda la cadena de valor del negocio, donde ya contamos con un amplio ecosistema de compañías muy experimentadas en desarrollo, financiación, construcción, explotación y gestión de proyectos de energías renovables, referentes en el sector a escala global.”
Esas capacidades han permitido a numerosas compañías españolas del sector establecerse en regiones con elevado potencial de crecimiento en los próximos años, como Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Italia o la propia España; y no sólo hablamos de compañías del IBEX como Iberdrola, Acciona Energía o Siemens Gamesa (recientemente excluida de bolsa tras la OPA de su matriz alemana), sino también de medianas empresas en crecimiento como Valfortec, Soltec o Dominion Energy.
Crecen las Joint Ventures entre inversores internacionales y empresas locales españolas
Numerosos inversores internacionales han adquirido en los últimos años porcentajes minoritarios significativos de compañías españolas con amplia experiencia en el desarrollo, construcción y operación de activos en todo el mundo, con el objetivo de aportar el capital necesario para poner en operación los proyectos en cartera. En ese sentido, hay un gran cambio en los fondos de infraestructuras y las gestoras de activos tradicionales, que apuestan cada vez más por la inversión en energías renovables.
En los últimos tres años, las compañías españolas del sector renovable se han integrado a través de Joint Ventures con inversores internacionales en mayor medida que sus homólogas europeas, representando hasta el 20% del total de transacciones, y superando ampliamente a las empresas locales italianas y francesas, que suponen el 11% y el 7%, respectivamente. Algunos ejemplos recientes son:
La adquisición del 49% de una cartera de 1,3 GW por parte de Norges Bank a Iberdrola por cerca de 600 millones de euros.
La firma del acuerdo de Crédit Agricole Assurances y Energy Infrastructure Partners (EIP) para adquirir el 25% de Repsol Renovables por cerca de 905 millones de euros.
La adquisición por parte del fondo de pensiones británico Universities Superannuation Scheme del 50% de Bruc Energy por cerca de 225 millones de euros.
El acuerdo entre Vortex Energy, fondo de EFG Hermes, con Ignis Energy Holdings para inyectar más de 625 millones de euros por el 49% de la compañía.
Durante los próximos años se espera que se produzcan más operaciones corporativas en esta línea, dado que las compañías locales necesitan ser acompañadas en sus planes de crecimiento por socios financieros sólidos.
El desarrollo de las energías renovables se ha acelerado en todo el mundo gracias al apoyo de los gobiernos, los avances tecnológicos y la creciente preocupación por el medio ambiente como principales factores impulsores del cambio. Son, además, energías cada vez más competitivas en costes que los combustibles fósiles. Todo ello las hace cada vez más atractivas para los inversores.
Un paisaje muy ventajoso, aunque no perfecto. “España aún tiene importantes retos por delante que deben mitigarse, como unos procesos de concesión de permisos más rápidos y unas perspectivas de mercado más claras. De este modo se reducirían los retrasos y se cumplirían los objetivos en materia de energías renovables que permitirían al país reducir su dependencia energética del exterior en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas e incertidumbre económica”, concluye Alonso.