El politólogo nunca se ha sentido cómodo desde la vertiente institucional. Quienes le conocen hablan de una persona “muy vengativa… la indiferencia no le pertenece. Puedes caerle bien, entonces hará de todo para ayudarte. Si no eres de su agrado date por perdido, gozará vengándose poco a poco (…)”. Una personalidad completamente antagónica a la de Iñigo Errejón. Un antiguo compañero de instituto define al líder de Más País como “alguien casi inescrutable… Es la persona menos empática que he conocido”.
Sergio Pascual fue mano derecha del revoltoso de Vistalegre. Autor de un interesante libro, “Un cadáver en el congreso” (Altamarea Ediciones, 2022), explicaba al conocido locutor Aimar Bretos como, a pesar de haber sido defenestrado por la cúpula morada, la relación con Iglesias “de alguna manera se había mantenido”. De Errejón no supo nada más.
Estas anécdotas sirven para comprender las razones del ocaso de UP. Quienes prometían cambiar “la antigua política” se han convertido en su misma némesis. La tan decantada soberanía popular ha derivado en un caciquismo propio de las dictaduras latinoamericanas. Los abanderados del compañerismo y de la lealtad recurrieron a viles subterfugios para acomodarse en el poder y silenciar cualquier voz disonante. Las teorías de la élite de Michels, Pareto y Mosca se han impuesto a lo idealizado por Gramsci y Laclau.
La formación se enfrenta a las generales del 23 de julio con los deberes incumplidos. El batacazo electoral de las autonómicas y municipales, con pérdida de representación en todas las circunscripciones con la salvedad de Extremadura, permite a Yolanda Díaz maniobrar para reducir UP a un mero espectador de la política nacional.
Los modales risueños y las sonrisas de la dama de rojo son inversamente proporcionales a su despiadada realpolitik. El mismo Iglesias fabricó el ataúd morado al designarla como sucesora en el Consejo de Ministros. Un deslice estratégico incomprensible al haber sido el politólogo asesor de la gallega a principios de siglo. Sabedores de los entresijos del partido explican que “Pablo se confió… Su ascendente sobre Belarra o Montero es indiscutible, pero Yolanda es un verso libre y rechaza cualquier tutelaje”. La exhibición de Sumar en el polideportivo Antonio Magariños no dejó títeres con cabeza.
La guardia pretoriana del “pontífice morado”, parafraseando a Carlos Alsina, también ha contribuido al ahogamiento de UP. Ione Belarra ha enseñado toda su mediocridad con estrafalarias propuestas de resolución del conflicto en Ucrania, duros vituperios hacia la cúspide empresarial y la exhibición pintoresca de camisetas en sede parlamentaria. Como afirmó Josep Tarradellas: “En política se puede hacer de todo, menos el ridículo”.
Unos deslices que palidecen ante la inexplicable testadurez de Irene Montero. La madrileña, forjada en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), ha dilapidado por completo la exigua legitimidad conseguida en las urnas. El periplo al frente de un ministerio de engorrosa comprensión quedará marcado por su total y absoluta incompetencia. La división del colectivo feminista, la aprobación de leyes y articulados incomprensibles y la exhibición de un sectarismo radical son el legado de una persona que, en palabras de Ramón Espinar, “combina todos los ingredientes de un cóctel explosivo”.
El comportamiento dictatorial de los líderes morados ha convertido a UP en una olla a presión. Quien siembra vientos recoge tempestades, y desde su arranque la cosecha nunca fue propicia. Vistalegre II no marcó un antes y un después, fue el resultado de una amistad convertida en inquina. Las tiranteces entre Iglesias y Errejón vieron la luz al poco tiempo de conseguir escaños en el Parlamento Europeo en 2014. Asimismo, en el País Vasco, Asturias, Logroño y Andalucía las constantes injerencias minaron en delicado equilibrio interno. Únicamente Ada Colau ha logrado salvaguardar su independencia operativa.
Un cúmulo de desaciertos que ha convertido a la dirigencia morada en “un elemento tóxico para cualquier proyecto ganador”. El filósofo Santiago Alba Rico escribió un interesantísimo análisis en el que suplica a Iglesias y acólitos dar un paso al lado y “evitar que Sumar sea una prolongación de Podemos o esté preñada de los discursos y conflictos que (…) inocularía en su interior”.
Quizás el ejemplo a seguir sea el de Alberto Garzón. El ministro saliente ha comunicado su decisión de no presentarse a las generales. Jugar al despiste o amenazar con fortalecer coaliciones de dudosa moralidad con ERC o EH Bildu sólo retrasaría lo ineludible. Unidas Podemos irrumpió en el tablero político como elefante en una cacharrería. Le debemos el final del primer bipartidismo, pero fracasó víctima de sus propias contradicciones.
El teatro es una de las grandes pasiones de Iglesias. Dario Fo, uno de sus referentes intelectuales, advertía de que en cualquier aspecto de nuestras vidas lo importante es saber cómo terminan las cosas.
1)- Entrevista de Aimar Bretos a Sergio Pascual en la Cadena Ser. Véase enlace https://shorturl.at/cghA4
2)- El Mundo, “Irene Montero fuego y furia: ‘Ella es un cóctel explosivo, lo tiene todo para provocar odio en muchos sectores”, 13/03/2023.
3)- Público, “Contra la Unidad”, 05/06/2023.