De hecho, los efectos recesivos de la mayor subida de tipos en 40 años están empezando a notarse. Resistente durante mucho tiempo, el crecimiento estadounidense se está debilitando, como muestran los últimos indicadores del Institute for Supply Management, en particular en el sector servicios (50,3 en mayo, frente al 52,4 esperado y el 51,9 de abril).
Además, persisten las tensiones en el sector bancario estadounidense. Tras la segunda, tercera y cuarta quiebras bancarias más importantes de la historia de EE.UU. en las últimas semanas, el último informe de la Reserva Federal indica que los bancos recurren cada vez más a la financiación del Programa de Financiación Bancaria a Plazo. La liquidez extraída de este programa ha aumentado por quinta semana consecutiva hasta alcanzar un nuevo máximo de 100.200 millones de USD. Las condiciones de refinanciación en el sector inmobiliario comercial también son motivo de preocupación.
En este contexto, y teniendo en cuenta el desfase de 12 a 18 meses que suele acompañar al pleno impacto de las subidas de tipos en la economía, la Fed puede justificar una pausa. Pero es probable que mantenga una postura de línea dura, dejando abiertas todas las opciones, incluida la posibilidad de una nueva subida en los próximos meses. Será interesante ver cómo actualiza la Fed sus escenarios de crecimiento e inflación, así como sus previsiones de tipos de interés. Es posible que los inversores tengan que reevaluar sus expectativas en consecuencia.
Dados los recientes ajustes del mercado, no esperamos ningún impacto significativo de la reunión del FOMC. La corrección de los rendimientos a dos años (del 3,80% a mediados de mayo al 4,62% el 12 de junio) y a 10 años (del 3,33% a mediados de mayo al 3,76% el 12 de junio) en las últimas semanas ha hecho retroceder el pivote. Este entorno ofrece a los inversores oportunidades para construir posiciones largas en el mercado de rendimientos estadounidense.