Sus conclusiones ponen de manifiesto la necesidad de introducir cambios dentro del sector empresarial, en un intento de optimizar no solo resultados, sino la experiencia vital de los trabajadores, antes de que sea demasiado tarde y la insatisfacción latente y los problemas laborales puedan tener peores consecuencias además de mayor repercusión económica en las empresas y en la sociedad.
Los empleados no se sienten comprometidos con la empresa en la que prestan sus servicios. Las empresas quieren tener personal fidelizado pero no siempre llevan a cabo actuaciones que lo consigan. ¿De quién es la culpa? ¿Quizá el empleado se ha vuelto muy exigente y lo quiere todo? ¿O es la empresa, la que debe modificar sus procedimientos y metodología de trabajo?
En realidad, lo que está sucediendo, es que hay una búsqueda superior, una dimensión más global que nos lleva a buscar un trabajo que reúna varias condiciones y requisitos, no solo uno en particular.
Además de un salario adecuado (la subjetividad y las necesidades particulares de cada uno, establecerá el baremo del sueldo ideal), se desea desarrollo profesional, aprendizaje, ambiente agradable, managers que ejerzan un liderazgo potente, que no de poder, fomentando el trabajo en equipo y no únicamente órdenes jerarquizadas sin razonamiento ni argumentos.
Se buscan más aspectos que podrían englobarse en el salario emocional que acompañen al salario puramente económico.
Ahora que se habla tanto de felicidad en el trabajo, del bienestar del empleado y de todos los beneficios que un buen entorno laboral proporciona, el informe de la Consultora Gallup, nos dice que:
- 6 de cada 10 empleados han “renunciado silenciosamente” a su puesto de trabajo, lo que quiere decir que presencialmente ocupan su puesto, pero su mente puede estar a miles de kilómetros en búsqueda de otro puesto mejor. Esta desconexión, esta falta de implicación, afecta directamente a la productividad, ya que solo realizará el trabajo mínimanente imprescindible para cumplir la tarea encomendada. No hay vínculo con el desempeño, se hace y ya. No se puede pedir más porque ni el trabajo, ni los compañeros, ni el jefe o la empresa le ata nada.
- El estrés ha ido en aumento después de la pandemia. Y aunque este hecho mundial ha tenido y dejado muchas secuelas en la salud mental y en las vidas de muchas personas en numerosos aspectos, la realidad es que en el entorno laboral, el nivel de estrés ha aumentado considerablemente, incidiendo en la productividad, en el exceso de rotación y movilidad y en la dificultad para mantener el talento en las empresas, fundamentalmente porque se tienen otras necesidades y no se quiere un lugar donde el estrés sea el protagonista.
- En una encuesta realizada para saber qué cambiarían para convertir su lugar de trabajo en un lugar excelente, el 85% de las respuestas tuvieron relación con el compromiso y la cultura, en primer lugar, seguido del salario y los beneficios y del bienestar en tercer lugar. Estos resultados invitan a la reflexión.
- De manera concreta, España no se caracteriza por el compromiso de sus empleados. El 90% no se siente comprometido, lo que le lleva a buscar otro empleo que tenga las condiciones deseadas.
El estrés antes mencionado no siempre guarda relación con el desempeño de tareas, con el trabajo en sí que quizá es apasionante o realmente nos llenaría de satisfacción si se realizara en un contexto más agradable. El estrés que llega a limitar y a condicionar al empleado, es aquél que le provoca buscar otros trabajos donde el ambiente de compañerismo sea mayor o simplemente exista, donde el líder valore y reconozca el trabajo, donde el sueldo permita una calidad de vida normal, ni mínima, ni máxima, normal, etc...
No se busca solo una empresa con beneficios sociales o que tenga una mesa de billar y consolas de videojuegos en la sala de descanso. No se quiere solo un buen sueldo que suponga demasiadas horas presenciales pero poco efectivas. El bienestar laboral y personal pasa por un ambiente de valoración, trabajo en equipo, buenas directrices y buena comunicación.
Se fomenta poco la creatividad, la innovación, la participación y el debate. Estas actitudes suelen ser vistas como un “descarrilamiento” de la ruta empresarial marcada. Un temor a tener empleados que no sigan la misión, visión o valores establecidos, pero, ¿cuantos de estos valores o principios se demuestran con el ejemplo de sus directivos y líderes?
Estos informes, alertan a las empresas a actuar antes de que la situación sea más grave. Esa “renuncia silenciosa” al principio mencionada, no deja de ser una señal para cambiar la organización rígida y tradicional de la empresa, para intentar mejorar la actuación y actitud del empleado, en definitiva, progresar y evolucionar en el entorno cambiante y volátil en el que nos encontramos.
No se apuesta por un modelo único de trabajo, remoto, presencial o híbrido, porque centrarnos en esto, no justifica una pésima gestión. La conciliación, la flexibilidad horaria son aspectos que suman y cada vez más demandados. ¿Por qué no prestarles la atención suficiente?
Se necesita con urgencia, fomentar y tener conversaciones personales con los trabajadores, donde podamos conocer y profundizar en:
- Su talento, cuál es y por tanto potenciarlo. Un DAFO personal y de la propia empresa, llevado a la práctica.
- Sus necesidades particulares, viendo dónde y cómo se puede flexibilizar o conciliar para contribuir a su bienestar.
- Sus inquietudes. Qué le motiva y le mueve a levantarse cada mañana para contribuir con su participación e implicación en la empresa y que ambas partes ganen (Win-Win).
- Qué quiere el empleado de la empresa, jefe, entorno, para sentirse bien y qué está dispuesto a dar él. Un acuerdo de intenciones en toda regla.
Se habla del empleado enfadado con la empresa, pero yo creo que más que enfado es insatisfacción vital por no haber encontrado su sitio, laboralmente hablando.
La precariedad laboral, la falta de preocupación por esa ausencia de compromiso del trabajador, etc., todavía cuesta entender que invertir en el empleado mejora la productividad, el rendimiento y por tanto se obtienen mayores beneficios.
¿Cuánto supone el coste del personal que se marcha? Y las bajas por estrés, ¿cuánto cuestan?
¿Cuánto tiempo invertimos cuando la comunicación es sesgada, insuficiente y confusa? ¿Se promueve el debate y la participación?
¿Ponemos el foco en conocer y hablar con el empleado a nivel personal?
¿Hasta cuándo necesitaremos estos informes para evidenciar una realidad?
Este informe a nivel mundial pone sobre la mesa aspectos conocidos y mucho más frecuentes de lo que nos gustaría.
El mundo laboral que muestra el informe, no es algo lejano y por ello no nos afecta, en verdad, es nuestro mundo.