Próximas las elecciones 23-J, el candidado socialista, Pedro Sáchez, ha optado por evitar los mítines de antaño para confiar la campaña en la televisión, un medio que ha usado a lo largo de la legislatura y al que le ha cogido gusto. Como la tele evita pitadas que conoce todo el mundo y fastidian, debates. A tutiplén Sánchez-Feijóo, uno a uno y por semana. A toque de corneta, prisa. Pero la urgencia, dice el PP, no es para todos. Hay que ver cómo se hacen los debates, cuántos, pactar condiciones y la redaccion en prosa o verso de los jeribeques que se trabajen, simulen o se curren. Mientras, huevos en distintos nidales. Repentización de financiación institucional añadida, dinero y riegos de millones para teles publicas y privadas. A la vez, para hacer boca, provocar expectación y entrenar a candidatos, colegueo y en formato de gran tamaño entrevistas o algo parecido. Programas de audiencia máxima, con entrevistadores y grupo de asesores. Así estaba la cosa cuando Sánchez y Feijóo fueron a El Hormiguero Antena 3 con Pablo Motos.
Financiación institucional, he ahí la cuestión. Desde ese prisma conviene ver y estudiar el formato, disposición y trato a los entrevistados.
La primera estrevista, o algo parecido, mejor que hacerla, la interpretó Motos a Sánchez. Colócó algunas preguntas salteadas, muy pocas, dejó que Sánchez impusiera formas y formatos y que le dirigiera la reunión. No es justo verla como entrevista. No fue un examen al candidato, propósitos o programas. En su lugar, Sánchez hizo lo que quiso, arrinconó al entrevistador, lo metió en el rincón de aguantar, pensar o esperar vaya usted a saber qué, y evitó lo que, con un periodista cabal al frente, podría haber sido el pan y la sal de lo que pudo ser y no fue. Si, sin parar la entrevista, el entrevistador con oficio hubiera establecido: dirijo y pregunto y usted contesta, el resultado hubiera sido distinto. Redaños frente al presidente del Gobierno con autoridad y poder para decidir financiaciones. Obediencia condescendiente. Miedo. O qué.
La segunda entrevista, ésta sí, Motos trató de hacerla mejor, como pudo. Cierto que Feijóo no es el presidente del Gobierno, que no invadio el lugar de Motos, que no avasalló y que no decide financiaciones institucionales. Temás y preguntas preparados. Toma y daca. La cosa iba normal. Un precisión aquí un amago de apunte allá, un respiro en temas puntuales, chico de pueblo, interno en frailes en León, conocedor y habitante de la España rural. 61 años, hijo pequeño, muerte de padre. Sanidad, Eutanasia, Derechos homosexuales. Y cachaza gallega. Paciente, sube, baja o se para. Parece que aguanta la diferencia de trato, pensó alguien a mi lado. Entonces, Motos, el hombre, de sopetón, tema-hachazo: “Usted sabe qué ha pasado con Marruecos”, preguntó “Yo no, ¿y usted?” respondió Feijóo. Ahí acabó el interés de la entrevista. Motos, cogido en falta por la diferencia de trato a Sáchez y Feijóo y ágil, trató de justificar o escusar la postura obediente y docil del día anterior. Con el afán de justificar su postura ante un entrevistado que lo había aguantado y cogido en falta, acaso por conciencia, intentó a la deseperada salir del enredo con el escándalo ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’: Previsto tema Marruecos, con Sánchez, pero sin hacerlo.
Por filantropia o caridad intelectual, podría suponerse que lo hecho por Motos, con Sánchez y Feijóo, fue consecuencia de falta de cuidado y que no hay más. Pero por lo visto hoy, parece que hay más. El dia después del escándalo en el Hormiguero de Antena 3, en el mismo programa y si que viniera a cuento ¿o lo venía? Motos siguió erre que erre. Puede ser momento para que las instituciones del Estado a las que compete la limpieza electoral, repasen videos y programas, investiguen y analicen lo pasado y presente, y para el futuro vean lo que haya alrededor y saquen conclusiones. En último lugar, o antes, no parece ocioso poner ante la Junta Electoral la pregunta de un entrevistador de Antena 3 a un candidato: Feijóo, usted sabe qué ha pasado con Marruecos.