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El estreno absoluto de “Hamlet flamenco” ha clausurado el III Festival Internacional de Verano de El Escorial (FIVE) 2023

Cristiane Azem, entre el ser y el no ser de un Shakespeare con duende

Cristiane Azem, entre el ser y el no ser de un Shakespeare con duende
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· Por David Felipe Arranz, filólogo, periodista y profesor de Comunicación en la Universidad Carlos III de Madrid

By David Felipe Arranz
Un fabuloso tándem de intérpretes de la danza española, la sevillana Merche Esmeralda, en su esperado regreso a los escenarios –lujo solo degustado por los paladares más finos–, y el cordobés Manuel Reyes –escultor de belleza en el aire–, protagonizaron el sábado 25 de agosto una originalísima y deliciosa versión flamenca de la inmortal tragedia de William Shakespeare. La temporada estival termina siempre cuando el Festival Internacional de Verano de El Escorial echa el cierre al noroeste de la gran ciudad, tan lejos del ruido. Entre abetos y montes, artistas y público se reúnen convocados por la Comunidad de Madrid, que bajo la dirección de Paloma Concejero –cinéfila, periodista, comunicadora, sabia en definitiva…–, nos imantan a todos los que gustamos de pasear otro verano escurialense en la escapada de Madrid, volviéndolo todo de atardeceres distintos y noches mejores. El FIVE nos renueva cada estío, ya como un rito ancestral, siendo tan moderno, y nos revisa el año entero, que se nos filtra a través de la música, el teatro, las artes… Y, al final, viéndolo todo a la luz del Real Monasterio, uno no quiere que acabe nunca, que el FIVE se celebre también en el otoño, en el invierno, en la primavera…
Cristiane Azem, entre el ser y el no ser de un Shakespeare con duende

Ya es la tercera edición del Festival que organiza la Comunidad de Madrid. Quedarse a dormir allí después de los espectáculos en alguno de sus vetustos y encantadores hoteles, de la cena con amores y amigos en las piedras de la plaza de la Constitución, de la coctelería destilada en las humedades del callejón siguiendo antiguas y secretas fórmulas, pertenece al orbe de la felicidad y es algo que siempre aconsejamos. Porque lo disfrutado se va transformando, extractando, sublimando en vida y el recuerdo de cada edición de va consagrando también y nos hace crecer. Hay en el FIVE una atmósfera mágica hacia nuestro pasado reciente, nos interpela siempre, y entre aquellas piedras habíamos estado una y cien veces en los dominios de la plenitud, asomados al balcón con las contraventanas pintadas de verde serrano.

Dicen algunos que Cervantes y Shakespeare se encontraron, entre la gitanilla y la española inglesa. Y la coreógrafa Cristiane Azem, que todo lo puede con su cuerpo y su mente privilegiados, su fértil imaginación desde que conocemos su obra, ha imaginado su Hamlet castizo y prístino recorriendo los territorios del flamenco y de la danza, en pleno ataque de romanticismo –emocional, sentimental, artístico– y tras una fértil carrera que seguíamos de cerca, luminosa y refulgente en movimiento. Para ello ha reunido a Merche Esmeralda y a Manuel Reyes, que han puesto en escena un ballet flamenco shakespeariano, con su príncipe de Dinamarca y demás familiares de dudosa catadura moral, empezando por su madre Gertrudis (Merche Esmeralda), siguiendo por el usurpador Claudio (José Merino) y terminando por la gentil Ophelia (Azem). El libreto ha corrido a cargo del dramaturgo Joe Occounie, premio Max de las Artes escénicas.

Reyes ha buscado en el drama del Bardo “la llaga del trágico destino del hombre” y lo encontraba “en el pulso vital del flamenco” y también en la danza japonesa del butoh y otras danzas rituales. Por su parte, Cristiane Azem indagaba en “el ser de la tragedia” que ella ubica en la historia del flamenco: “cada paso es trágico, cada taconeo acoge la desgarradora y sublime verdad del inherente dilema entre lo que deseas o abominas, entre ser o no ser”. De tempestuosas relaciones entre madre e hijo saben mucho Esmeralda y Reyes: hace treinta años interpretaron estos mismos roles en la versión de Medea que protagonizaron para el Ballet Nacional de España. Acompañaron a los artistas el contratenor José Hernández Pastor, Claudio Villanueva (guitarra), el percusionista turco Ismail Altunbas, Pablo Rubén Maldonado (piano) Batio Hangonyi (cello) y los cantaores Cristina Regajo y Juan José Amador Moreno.

El tiempo se ha transmutado una vez más en El Escorial en arte y conocimiento, y nos enriquece y habita. Así, los zarandeos del año intempestivo, largo y escarpado a veces, vienen a renovarse en los campos abiertos del Monte Abantos, como si nos corrigiese el curso de la existencia una magia ancestral; no se equivoquen, porque el milagro es humano, de artistas como Azem, siempre tan cerca y tan lejos, lavando finalmente las impurezas que dejamos se nos vayan acumulando sin darnos cuenta entre el cemento, el cristal y el acero capitalinos. En el FIVE anudamos y reanudamos el hilo de la infancia, de la vida misma, en esa arboleda montaraz y misteriosa donde termina cuajando lo que de verdad importa: unos bailaores que se juntaron para dar vida nueva e insólita a los personajes que una vez soñó un poeta de Stratford hace cuatrocientos años.

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