Este mayo, el Partido Socialista Navarro se sentó, negoció y pactó con los batasunos el Gobierno autonómico. Chivite será presidenta de la Comunidad foral por segunda legislatura consecutiva gracias a la abstención de Bildu, además del sí de los separatistas de Geroa Bai y los comunistas de Podemos. Asimismo, el sí de Geroa Bai (marca del PNV navarro) puede haber sido el que le haya salido más caro al socialismo navarro. Aparte de la presidencia del Parlamento de Navarra, Geroa Bai se ha llevado una gran recompensa por apoyar la investidura de María Chivite, dado que el presidente de la institución que gestiona la implantación de la lengua vascuence en la sociedad navarra será un miembro del partido, Jabier Arakama, en este caso. Cabe recordar que el ‘euskera’ no es lengua cooficial en la totalidad de Navarra (sí lo es en el País Vasco), aunque esta última cesión socialista podría hacer ganar importancia al vascuence en cuanto a la oficialidad institucional y la cotidianidad de la educación en Navarra.
Esta nueva cesión supondría un gran paso en la consecución de la agenda de integración de Navarra en el País Vasco, esa gran meta que los sectores de extrema izquierda vascos y navarros tienen fijada desde hace ya décadas. Integrar dos comunidades autónomas que tienen rasgos parecidos pero una historia, unos intereses y una identidad muy distinta solo puede producirse mediante la educación y la lengua. Porque, además, la colocación de un independentista en la institución capaz de expandir y normalizar el uso del vascuence en Navarra llega en unas circunstancias óptimas. El Gobierno navarro tenía totalmente premeditado el momento en que Arakama iba a tomar posesión de este cargo, dado que ha dotado al Instituto Navarro del Euskera con los fondos necesarios (objetivo que perseguían desde hace ya años) para llevar a cabo la campaña ‘Euskera ahora’, cuya finalidad es estimular el aprendizaje del euskera entre los jóvenes y niños navarros y promover y normalizar su uso cotidiano.
Los diputados y dirigentes de Bildu saben que según la Disposición Cuarta de la Constitución española Navarra podría ser absorbida por el País Vasco. Es más, ahora que se acercan los comicios autonómicos en las vascongadas y los batasunos podrían ganar ya en voto popular al PNV (este hecho ya ha tenido lugar en las convocatorias electorales del 28 de mayo y la del 23 de julio), la consecución de la utópica Euskal Herria podría estar más cerca que nunca de hacerse realidad. Esto se debe a que Sánchez ha alimentado como ningún otro presidente el producto de Bildu. El presidente de España se ha encargado de dar a Bildu mayor protagonismo en el Congreso de los Diputados. Si las cesiones de Sánchez han llevado a finalizar el proceso de ‘vuelta a casa’ de los terroristas etarras condenados, a expulsar a la Guardia Civil de Tráfico de Navarra, a hacer a Arnaldo Otegui (probablemente) el nuevo lehendakari… y ya no se hable de la amnistía que se está procesando en una línea negociadora entre la calle Ferraz de Madrid y Waterloo (y parece que también esté encima sobre la mesa un posible referéndum en Cataluña); ¿por qué lo que empieza con una presidencia secesionista del Instituto Navarro del Euskera no puede terminar con la cooficialidad del vascuence en el conjunto de la Comunidad foral o un inicio de ejecución de la Disposición Cuarta?