De manera absolutamente declarada, descarada, cínica, irracional e ilegal, Sánchez y sus socios (golpistas y filoterroristas, en esencia, los desechos de la democracia) son la lesión, son la fiebre, son el daño que amenaza la quiebra de los pilares y los sustentos mismos (los materiales y los inmateriales de España).
La corrosión de su actividad apenas anunciada (más que Frankenstein, la del ejecutivo Freddy Krueger) es complicado imaginar que pueda resultar más lesiva; sus daños, cuesta pensar que puedan ser más directos y diabólicos. Queda todo a la luz de un país desfigurado, martilleado, descosido, muy principalmente a la deriva… lo que ocurre cuando un grupo de descerebrados se pone malamente al timón.
No es sencillo concluir o aventurar que habrá, en efecto, unas obras inmediatas de reparación. Porque la Unión Europea, ni está ni se la espera. Y porque el Partido Popular, con Feijóo como líder declarado de la resistencia, tiene un camino por delante de arduo trabajo, de aglutinar, de amasar, de reunir y de potenciar a más de media España que (todavía hoy asqueada y estupefacta) no ha reaccionado como merece a un atropello de las características inéditas, viles, bastardas, como el perpetrado por el todavía presidente, sus felpudos y sus secuaces. ¿Lo vemos del todo?