Los datos oficiales apuntan a que la UE ha sido el mayor 'donante' a Palestina, dedicando unos 1.200 millones de euros en cinco años, cooperación facilitada a través de tres vías que consisten en la financiación directa, la ayuda al refugiado y la ayuda al desarrollo. Israel ha asegurado tener pruebas de que ese dinero ha acabado en manos de Hamás y que ha ayudado a financiar al terrorismo.
Estas ayudas de la UE, hoy muy discutidas en cuanto a su continuidad, se diseñaron con la mentalidad de cooperación humanitaria y sensibilidad occidentales, sin tener en cuenta que estaban entrando en un territorio devastado por el abandono secular y controlado por unas organizaciones (OLP, Hamas y otras…) que no se someten al control eficiente. La estrategia de tales ayudas se sostenía sobre cinco pilares inasumibles en la zona y que consistieron en Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos; Reforma de la Gobernanza, Consolidación Fiscal y Política; Prestación de Servicios Sostenibles; Cambio Climático, Acceso a Servicios Autosuficientes de Agua y Energía; Desarrollo Económico Sostenible.
Todo un símbolo del fracaso de la Unión Europea, que ha jugado con el dinero de los europeos que tributan con sus impuestos para estos “proyectos” extraeuropeos que no se someten a control. Y que no han cumplido ninguno de los objetivos previstos, si nos sociales o de autosuficiencia económica ni tampoco de implantar la democracia o el estado de derecho de “corte Occidental” en unos territorios que perciben a los occidentales como el origen de sus problemas.
Deberán tomar nota los gestores europeos de la finalidad de sus intenciones de cara a la organización de las ayudas para Ucrania cuando finalice la guerra: un país devastado y dividido que tampoco se dejará someter a todo lo que quiera la UE solo por dinero.
Uno de los efectos colaterales del conflicto palestino-israelí que se está viviendo es el de la apertura “en paraguas” de una infinidad de microconflictos que estaban soterrados en la zona.
Siria e Irak han padecido ataques con drones por parte de los Estados Unidos, provocando la muerte de al menos 30 personas. La represalia no era solo esperada porque había sido anunciada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien ya había avanzado cómo reaccionaría su país al ataque con drones contra una base estadounidense en Jordania dos días antes, en el que murieron tres militares norteamericanos.
La represalia se concretó con ataques contra más de 85 objetivos en Irak y en Siria de milicias supuestamente respaldadas por Irán, lo que ha contribuido a aumentar la preocupación ante una posible expansión de la tensión en Oriente Próximo.
Pero estas acciones tácticas de tanteo militar entre diversas fuerzas han abierto el abanico de la dispersión del mismo por toda la zona, algo que probablemente es perseguido por fuerzas ajenas al territorio en cuestión. Seis combatientes kurdos murieron el pasado 5 de febrero en un ataque con drones contra una base de Estados Unidos. El dron parece que procedía de zonas de Deir al Zor de Siria, bajo control del gobierno sirio, donde actúan agentes apoyados por Irán. Todo indica que se trataría de una primera respuesta a los bombardeos del 2 de febrero.
La guerra de los drones: dispersión vírica en microconflictos
Estados Unidos bombardeó cerca de 85 objetivos vinculados a la Guardia Revolucionaria iraní y sus milicias aliadas en Deir al Zur y en Irak, por lo que las fuerzas norteamericanas están tomando posiciones claras en la extensión del conflicto, y emprenden “acciones quirúrgicas” para marcas lo que entienden que es “su territorio”, aunque este territorio resulte de la conflictiva relación de fuerzas que ha surgido por el apoyo a las organizaciones terroristas de Al-Qaeda, Daseh o Isis y sus diversas ramificaciones durante la guerra de Siria. Las secuelas de aquella guerra aún no se han cerrado y sus consecuencias pueden ser activables con cualquier motivo.
China ha condenado directamente estos ataques de Estados Unidos tanto en Siria como en Irak, por considerar que es una injerencia y una serie de acciones que no conducen en nada a la resolución del conflicto.
Rusia, por su parte, ha pedido una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU y ha condenado los bombardeos de EEUU en Siria e Irak, tachando el ataque de "flagrante acto de agresión británico-estadounidense contra Estados soberanos" y ha advertido de que pueden llevar a un conflicto mayor en Oriente Medio.
Los grupos respaldados por Irán han declarado su apoyo a los palestinos, por reacción lógica contra Israel y sus alianzas con Estados Unidos, y han entrado en liza en toda la región a medida que se ha intensificado la guerra entre Israel y el grupo militante Hamas. Por su parte, Hizbolá ha disparado contra objetivos israelíes en la frontera entre el Líbano e Israel, y las milicias iraquíes han disparado contra fuerzas estadounidenses en Irak y Siria, mientras que los hutíes han disparado contra la navegación en el Mar Rojo, bloqueando prácticamente el paso.
Pero Estados Unidos mantiene posiciones incómodas para todos los actores de la región, dado que mantiene el despliegue de fuerzas militares por todo el área. Desde el 18 de octubre de 2023, se han registrado una treintena de ataques contra bases estadounidenses en Siria e Irak. Una decena de emplazamientos, siete de ellos en Siria y cuatro en Irak, han sido blanco de estos ataques que no son fortuitos o por descuido, ni tampoco acciones de grupos terroristas, sino deliberadas y planificadas en centros de mando de operaciones de diversos estados de la zona. En Siria, a excepción de la base de At Tanf, la mayoría de los emplazamientos de Estados Unidos se concentran en la orilla oriental del río Éufrates, en la esfera de influencia estadounidense. En Irak, se han atacado dos emplazamientos en el Kurdistán iraquí, incluida la capital de facto, Erbil, así como un bastión estadounidense en Bagdad y la que fuera la mayor base estadounidense en Irak, la base aérea de Al-Asad.
La mayoría de estos ataques han sido reivindicados por un grupo autodenominado Al-Muqawama al-Islamiyah fi al-Iraq (Resistencia Islámica en Irak), grupo que apareció en un canal de Telegram el 18 de octubre de 2023, y que estaría reuniendo a facciones islamistas chiíes iraquíes próximas a Irán que operan en ambos países, como el Kataeb Hezbolá (también conocido como Hezbolá iraquí), el Asaib Ahl al-Haq (AAH), el Harakat Hezbolá al-Nujaba (HHN) y el Kataeb Sayyid al-Shuhada (KSS).
Sobre todo este panorama hay que ser muy cauteloso por la dificultad de acceder a fuentes fiables, pero, curiosamente, existe una especie de “cordón” en el alineamiento de las bases norteamericanas desplegadas en la zona, que se organiza discurriendo de Norte a Sur a lo largo de la frontera entre Irak y Siria, y desde el emplazamiento de Al-Malikiyah y la cercana base aérea de Al-Rumailan en territorio sirio, hasta los emplazamientos de At Tanf y el campo de desplazados de Rukban. Este campo no es una base norteamericana, sino un campo de refugiados que se encuentra dentro de la zona desmilitarizada por Estados Unidos el año 2016 y muy próx9ima a la base de At Tanf, prácticamente en la intersección estratégica de las fronteras de Irak, Siria y Jordania.
En Siria, Estados Unidos mantiene además posiciones en al menos otros tres puntos: Al-Chaddadeh, donde en las fechas del 26 al 29 de octubre se produjeron ataques con cohetes y drones que fueron reivindicados por la Resistencia Islámica de Irak, Conoco, donde los días 19, 26 y 30 de octubre se produjeron tres ataques con cohetes reivindicados por la Resistencia Islámica de Irak y por los Hijos del Jezirah y el Éufrates, y el establecimiento denominado Green Village, donde los días 23, 27 y 30 de octubre se produjeron ataques con drones.
Green Village es la mayor base militar de Estados Unidos en Siria, y se ubica en el interior del yacimiento de gas al-Omar.
Estados Unidos mantiene una posición “drapeada” por toda la zona del conflicto, especialmente Siria e Irak, interviniendo en las capacidades del resto de fuerzas y equilibrios en la región. Lo que no queda acreditado es que pueda sostener a largo plazo estas posiciones ni la utilidad de las mismas.
Siria hoy, pese a la guerra del pasado, juega hoy un papel determinante, dado que mantiene frontera con todos los actores de la zona: Turquía al Norte, donde en cuya intersección con la frontera de Irak los kurdos mantienen posiciones beligerantes. Hay diversas facciones kurdas además, cada una apoyada por potencias con diversos intereses, entre ellos los de desestabilizar a Turquía, no lo olvidemos, aliado de la OTAN.
Pero Siria mantiene además frontera con Irak, con Líbano, con Jordania e incluso con Israel, en la zona conocida como los Altos del Golán, ocupado por Israel durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Allí hay establecida una zona de misión de paz de la ONU, que controla parte del territorio, aunque 1.200 kilómetros de los 1.800 que ocupa el territorio en total, continúan bajo control militar israelí. Desde aquella ocupación, Israel controla todas las orillas del Lago Tiberiades, o Mar de Galilea.
Siria cuenta además con una importante salida al mar Mediterráneo, frente a las costas de Chipre, con importantes emplazamientos portuarios como Al Ladhiqiyah, o Latakia, Tartous o el puerto petrolero de Bannias.
La importancia del petróleo sirio
Qué duda cabe que para muchos analistas la clave de todo está en el control de las reservas de gas y petróleo en todo el área geoestratégica y los Estados Unidos ya mantienen una fuerte presencia en la zona, bien directa, sobre las bases que se establecieron tras la guerra de Siria, bien mediante las alianzas que mantiene con fuerzas locales, como la alianza armada liderada por los kurdos de Fuerzas de Siria Democrática (FSD), aliada de Washington, que percute insistentemente en la zona del yacimiento petrolífero de Al Omar, en la provincia de Deir al Zur, al noreste de Siria, construida sobre las márgenes del río Éufrates y capital de la Gobernación de Deir ez-Zor, a solo 450 km de la capital Damasco y donde también se ubica una importante base de Estados Unidos.
La lucha por el acceso y control del gas y petróleo en la zona del Golfo Pérsico es solo una de las explicaciones más extendidas de las varias guerras del Golfo y de la caída del régimen de Sadam Huseín. Y esos intereses aún se extienden como parte de los argumentos que sostienen la violencia en Oriente Medio. No hay grupo, facción o Estado, incluyendo los invasores de la zona como Estados Unidos, que no se haya apoderado de alguno de los yacimientos. Y todos han conseguido, de una u otra manera, vender crudo o incluso combustibles ya procesados, como gasolina o gasóleo, incluyendo a los propios enemigos, a los que se vendía lógicamente a cambio de billetes con los que comprar más armas y munición. De Al Qaeda a las milicias kurdas, pasando por el Estado Islámico, todos han hecho negocio y se han financiado aún a costa de conceder algo de oxígeno a sus propios enemigos.
El 70% de los pozos petrolíferos de Siria, situados en los campos de Rmelan y al Omar, en el este, están en territorio controlado por la administración kurda, con un despliegue de 500 soldados estadounidenses que los guardan. En 2019 Turquía convenció a Donald Trump para que le permitiese combatir a las milicias kurdas, pero el entorno del Presidente estadounidense usó los yacimientos petrolíferos de señuelo para convencer a los turcos, sus aliados en el seno de la OTAN, de no ejecutar un repliegue total de tropas.
Hace un par de años, el medio Al Monitor informaba de que una compañía norteamericana, Delta Crescent Energy LLC, se había hecho con una concesión de las autoridades kurdas -no reconocidas por ningún país- "con el conocimiento y el estímulo de la Casa Blanca". Esta compañía muy pronto instaló modernos sistemas de extracción y dos refinerías modulares. Según el trader de crudo y analista de mercados energéticos Tracy Shuchart, las reservas petroleras de Siria, que también albergan gas, palidecen frente a las de sus vecinos y “son muy pequeñas”, situándose en el puesto 31 del ránking mundial. Aunque parece que todo el mundo se fija en ellas y las quiere saquear, siendo hoy la principal fuente de riqueza de los administradores kurdosirios, generando una lógica desconfianza para Turquía, que comprueba cada día como sus opositores en la zona se potencian incrementando los riesgos. Efectivamente, Turquía considera a las milicias kurdas "terroristas" por su relación con la guerrilla PKK, y ha llegado a acusar a Washington de "financiar el terrorismo". Los kurdos podrán refinar el 20% del crudo que necesitan, pero la duda es hacia donde canalizarán el resto, dado que Turquía no será comprador si recordamos que Rusia llegó a acusarles en el pasado de comprar petróleo al Estado Islámico.
El gobierno de Damasco, que en 2018 concedió a Rusia todos los derechos de explotación del crudo y el gas de Siria, ha protestado enérgicamente lo que ha tildado de "robo", afirmando que Siria “considera el acuerdo nulo, sin validez y sin efecto legal, cometido por milicias clientelares que han aceptado ser una marioneta en manos de los ocupantes estadounidenses".
Si ponemos sobre la mesa todos los acontecimientos que han ocurrido en la zona desde, al menos, la revolución islámica de Irán de 1979, hace ya más de 45 años, no nos hemos encontrado un solo año en el que uno u otro año hayan ocurrido acontecimientos destacables y violentos en alguno de los países implicados.
Siria está en el epicentro de esta ecuación y, no cabe duda de que aunque se consiguieran apaciguar las diferentes fuerzas por un largo tiempo, el conflicto persistiría en la zona porque las puertas a las influencias externas permanecerán aún por mucho tiempo.
Solo podemos aspirar a una paz temporal, aunque seguramente deseable.