Misterio y Pasión: el Vía Crucis viviente de Torrealta de Molina

La representación de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén montado en un borrico es uno de los compases más celebrados, acompañado del grupo de niños que lo vitorean, alabándole como el Hijo de Dios mientras portan palmas y ramos de olivo, todos vestidos con trajes de época.

Las dos primeras Estaciones se representan en la Plaza de la Iglesia, con la Última Cena, oración en el Huerto de los Olivos, el Prendimiento, el juicio en el Sanedrín y ante Poncio Pilatos, los azotes y la carga con la cruz. Las demás estaciones se representan por las calles del pueblo, a oscuras y en silencio, alumbradas por un grupo de antorcheros y de visitantes de todos los puntos de España que portan candelas. Esto, en medio de la música sacra que suena de la mano de la Coral Municipal Hims Mola, contribuyendo al recogimiento y la emoción.

La crucifixión se representa con toda su crudeza en un pequeño cerro a las afueras del pueblo, con una explosión de sonido y efectos especiales lumínicos, que sobrecogen a los asistentes que llenan una enorme explanada al pie de la cruz de Cristo, flanqueado por los dos ladrones.

La vigésimo quinta Estación, la Resurrección lleva a otro altozano del pueblo, hasta donde se dirige la comitiva de actores y de público, abatidos por la trágica muerte del Redentor. Esto, hasta que, al son del Aleluya de Haendel, envuelto en una nube de humo en lo alto del monte, Jesús levanta su mano triunfal.

Durante todo el vía crucis, una narradora va explicando cada una de las estaciones, añadiendo comentarios de actualidad, como el paro, las guerras, la drogadicción…, lo que ayuda a completar esta catequesis cristiana, y el sentido de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

En Torrealta de Molina ya se respira ese ambiente previo a la Semana Santa que, año tras año, ha convertido su Vía Crucis viviente en uno de los más celebrados -por conmovedor- de toda España.