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Patriotismo separatista Vs. izquierda española no constitucional

· Por Damián Carmona Navarro, Presidente de la Fundación Sociedad Civil (@FundacionFSC)

sábado 18 de mayo de 2024, 09:11h
Patriotismo separatista Vs. izquierda española no constitucional
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Desde que Artur Mas decidió, en su huida hacia delante de la corrupción que asediaba a su partido, abrazar el credo independentista, punto de partida del conocido “procés”, el Estado español se enfrenta a su peor crisis institucional desde la Transición. Su fuerza no reside en sus méritos, sino que se fundamenta en nuestras debilidades. La primera y más importante, sin lugar a dudas, estriba en la falta de consenso en los temas de estado de los dos principales partidos. Frente a la unidad de actuación que los independentistas de izquierdas y derechas han demostrado en la defensa de su pretendida nación, la izquierda española, es decir, Zapatero y Sánchez, han preferido pactar con los enemigos de España antes que con sus adversarios de la derecha democrática. Desde que en el 2003 se firmara el pacto del Tinell, el partido socialista ha ido transformándose hasta la asimilación total de su ideario. En este momento el voto útil para el separatismo catalán lo representa el “sanchismo”.

Pedro Sánchez, en su deriva democrática, ha asumido los postulados populistas del separatismo y de la izquierda radical como propios, mermando con ello tanto a Podemos y sus derivados como al independentismo catalán, fundamentalmente a ERC. Pedro Sánchez ha sacrificado el tamaño de su bloque en aras de la concentración del voto. Desde que accedió a la presidencia se ha ido escorando a la izquierda reduciendo su espectro político a la vez que devoraba a los partidos a su izquierda, consciente de que, además, contaba con todo el voto nacionalista para sumar los 176 diputados que necesita para detentar el poder.

La misma noche, tras los resultados electorales del 12 de mayo, el equipo de opinión sincronizada socialista se apresuró a atribuirse el mérito del retroceso electoral del separatismo, pero nada más lejos de la realidad:

  1. ¿Qué mérito puede suponer este retroceso, cuando se sustenta en la asimilación de sus propuestas por parte del actual Gobiernoespañol?
  2. La verdad es que este retroceso se debe, principalmente, al cansancio que supone la constatación de que el “procés” es inviabletras la derrota, aunque sea a los puntos, por parte del Estado.
  3. Ha sido la actitud de un presidente dispuesto a lo que sea para mantenerse en poder, lo que ha revitalizado al separatismo catalán que se sentía derrotadoy seguramente habría cosechado un resultado aún peor.
  4. La ausencia del Estado en Cataluña, lejos de solucionarse, sigue más vigente que nunca: el idioma, las instituciones y los sentimientos nacionales españoles son impracticables en esta comunidad. Además, Sánchez ha debilitado el Estado para hacer frente a futuros desafíos separatistas, ha derogado la sedición y ha rebajado la malversación, pero, sobre todo, ha inhabilitado el relato español frente al independentismo en el mundo. Con que fuerza podrá defender un futuro gobierno español sus posiciones ante el nacionalismo después de aprobar la Ley de Amnistía.
  5. Por último, si bien en Cataluña el voto útil que representa el PSC le ha permitido alcanzar un gran resultado, en el resto de comunidadeshistóricas” ha pasado lo contrario, los partidos nacionalistas han crecido a expensas de la izquierda española.

En política el “perdón”, lejos de tener efecto sanador, sobre todo si no conlleva el arrepentimiento del delincuente, lo único que indica es la debilidad del enemigo y constituye, por tanto, la señal para acabar con él definitivamente.

Desde la aplicación del 155 de C.E. en 2017, a pesar de sus diferencias, la izquierda y la derecha catalana siempre que han sumado han formado un gobierno de carácter independentista. Sin embargo, en este momento las fuerzas constitucionales sumadas a PSC (de dudosa constitucionalidad, a pesar de sus proclamas) suman 68 diputados, es decir, mayoría absoluta. No obstante, nadie se plantea siquiera la posibilidad de formar un gobierno entre la izquierda y la derecha española.

No debemos engañarnos, los culpables no son ambas facciones como sostienen los equidistantes apaciguadores, el máximo culpable es el partido de Pedro Sánchez que ha comprado el modelo de estado a la izquierda radical y al separatismo, lo que hace inviable, a cualquier demócrata, pactar con quien quieren cargarse el modelo de la Transición para implantar un modelo iliberal de inspiración comunista que incluye el reconocimiento de la autodeterminación.

Desde que en 1979 se iniciara el proceso de construcción del Estado autonómico los nacionalistas han tenido claro su objetivo y los medios para conseguirlo. Así que no nos confundamos por las proclamas del “sanchismo”, como buenos fundamentalistas, ellos trabajan a largo plazo. Con una deslealtad inusitada han trabajado para eliminar la presencia del Estado en sus territorios y adoctrinar, fundamentalmente a las nuevas generaciones, en el odio a lo español.

Además, tras el fracaso del golpe de 2017, según sus propias palabras, se han dado cuenta de que se equivocaron al calibrar la fortaleza del Estado español y por tanto se han empleado en la destrucción de sus instituciones, preparándose para cuando “ho tornarem a fer”.

El adoctrinamiento, la exclusión de lo español y la rotura de las instituciones es, si cabe, más sólida desde el acceso al poder de Pedro Sánchez. Un pequeño revés electoral, basado en la asunción de sus postulados por parte del Gobierno, no es el final de “procés”. Es un paréntesis que van a aprovechar para reorganizarse y, al igual que Taras Bulba, volver al grito de “saporoski”, para, a lomos de un caballo negro llamado populismo, acabar con la democracia y con España.

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