Este planteamiento de la UE de instrumentalizar el comercio para exportar opciones políticas específicas ya agrió el año pasado las relaciones comerciales con el Sudeste Asiático, cuando Malasia e Indonesia, países exportadores de aceite de palma, decidieron congelar las conversaciones comerciales con la UE por su negativa a reconocer sus normas para evitar la deforestación, a pesar de que ONG como el Instituto de Recursos Mundiales han alabado el éxito de Malasia en la reducción de la deforestación.
Por el contrario, el planteamiento más sensato y flexible del Reino Unido, que consistía simplemente en reconocer como equivalentes las normas de deforestación aplicadas con éxito en el Sudeste Asiático, le ha servido para acceder al Acuerdo Comercial Transpacífico CPTPP. Este acuerdo comercial incluye a países que abarcan el 15 por ciento del PIB mundial. Sin embargo, cuando se trata de cerrar acuerdos comerciales, el Reino Unido dista mucho de ser el actor más exitoso. A pesar de sus esfuerzos por cerrar un acuerdo comercial con India, aún no se ha materializado.
Las negociaciones de la UE con Australia para un acuerdo de libre comercio también tuvieron un resultado decepcionante, ya que los dirigentes del país decidieron abandonar las conversaciones por la imposición por la UE de cuotas de carne de vacuno y ovino. "La arrogancia de la UE acabó con el acuerdo", comentó un diplomático de un tercer país.
Philippe De Baere, socio director y experto en comercio del bufete de abogados Van Bael and Bellis, no ve con buenos ojos la trayectoria de von der Leyen en materia de comercio. Dice: "Todo el mundo ha intentado sobrecargar los acuerdos comerciales con objetivos no comerciales. (...) Esto ha matado a la gallina de los huevos de oro".
Aparte de la conclusión del acuerdo de divorcio con el Reino Unido, que era una necesidad absoluta, un éxito modesto durante los últimos cinco años es cómo la UE cerró un acuerdo comercial con Nueva Zelanda. Aun así, se trata de algo relativamente menor, ya que el comercio bilateral de bienes de este país con la UE solo ascendió a 7.800 millones de euros en 2021, lo que supone únicamente el 0,2% del comercio total de la UE.
Además, la UE y Suiza también acordaron recientemente reanudar las negociaciones. Pero en última instancia, la UE sigue exigiendo que su propio máximo tribunal, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, actúe como árbitro en la relación, aunque intente disimularlo asegurando que es sólo de forma indirecta. En el pasado, los suizos siempre han rechazado esto, incluso cuando la diplomacia suiza intentaba venderlo. Así que también en este caso, la UE podría finalmente fracasar una vez más a la hora de cerrar un acuerdo.
Proteccionismo climático
Además de no cerrar nuevos acuerdos comerciales, con von der Leyen también se están socavando los flujos comerciales existentes. Uno de los principales motivos es el nuevo arancel climático de la UE, denominado CBAM o Mecanismo de Ajuste de las Fronteras del Carbono, por el que la UE impone aranceles a los países que no están convencidos de copiar las punitivas políticas climáticas de la UE. El arancel climático está siendo impugnado por India ante la OMC, y ya ha suscitado las críticas de numerosos países africanos, pues se calcula que impondrá a sus economías la friolera de 25.000 millones de dólares anuales.
Todo esto ocurre mientras un modelo alternativo, sugerido por los investigadores de la "Coalición Internacional Clima y Libertad", podría ser también una opción para la UE. Se trataría de celebrar un tratado internacional por el que los países que lo ratificaran disfrutarían de ventajas comerciales supeditadas a la adopción de políticas de libre mercado respetuosas con el clima. Entre las sugerencias en este sentido figuran el fomento de recortes fiscales selectivos ("Clean Tax Cuts"), concretamente en los cuatro sectores responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero -transporte, energía y electricidad, industria y sector inmobiliario- y recortes fiscales dirigidos a la desmonopolización.
También se ha fomentado la inversión a través de "bonos CoVictory" exentos de impuestos para realizar inversiones a largo plazo en "Propiedad, planta y equipo (PP&E)", con el fin de reducir el coste de los préstamos en al menos un 30%, para estimular una mayor innovación.
Todo ello estaría en consonancia con los resultados de la investigación, según los cuales las economías más libres son las más limpias y la propia competencia acelera la descarbonización. Por ejemplo, un estudio que comparaba los mercados energéticos competitivos frente a los monopolísticos de EE.UU. concluyó que los mercados energéticos competitivos se están descarbonizando un 66% más rápido que los no competitivos.
Tensiones comerciales con China y Estados Unidos
Lo más preocupante es que las relaciones comerciales entre la UE y los otros dos grandes socios comerciales, China y Estados Unidos, siguen siendo tensas. En lo que respecta a China, la Comisión Europea está cada vez más cerca de imponer aranceles adicionales a los vehículos eléctricos chinos que entren en la UE, tras anunciar que ha encontrado "pruebas suficientes" de que las importaciones de vehículos eléctricos de batería nuevos procedentes de China recibieron subvenciones, incluidas transferencias directas de fondos, exenciones fiscales o suministro público de bienes o servicios por debajo de los precios de mercado.
En la UE hay cierta oposición. El jefe de Mercedes-Benz, Ola Källenius, ha instado a la UE a "no aumentar" los aranceles a las importaciones chinas de vehículos eléctricos, afirmando que "las empresas chinas que quieren exportar a Europa" es una "progresión natural de la competencia y hay que responder a ella con mejores productos, mejor tecnología, más agilidad", añadiendo que "así es la economía de mercado. Dejemos que la competencia se desarrolle". Aun así, los fabricantes de automóviles franceses quieren que la UE imponga más trabas.
También en lo que respecta a las relaciones con Estados Unidos, persisten las tensiones, que se remontan a la Presidencia de Donald Trump. Sí, a finales del año pasado, la Unión Europea y Estados Unidos acordaron suspender los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio de la UE hasta marzo de 2025, a cambio de que la UE se abstuviera de volver a imponer medidas de represalia. Sin embargo, todo tipo de medidas regulatorias y de política de competencia de la UE hacia las grandes tecnológicas estadounidenses, con una multa masiva de 1.800 millones de euros de la UE a Apple sólo como último ejemplo, están poniendo muy nervioso a Estados Unidos. Aunque la administración de Joe Biden se ha contenido hasta ahora, es poco probable que esto sea tolerado por una nueva administración Trump.
El año pasado, la UE tampoco logró cerrar un importante acuerdo sobre minerales con Estados Unidos que habría desbloqueado el acceso a créditos fiscales en virtud de la proteccionista "Ley de Reducción de la Inflación" estadounidense. Preocupantemente, se culpa de ello al equipo de Ursula von der Leyen. Mientras que el departamento de comercio de la Comisión Europea se limitó a insistir en que cualquier acuerdo tendría que respetar las normas comerciales mundiales, el equipo de von der Leyen fue mucho más allá, según explicó un diplomático europeo: "Al centrarse en ser un actor geopolítico y en hacer realpolitik, la parte política de la Comisión parece haber olvidado que la política comercial es muy minuciosa y afecta a cuestiones muy delicadas de interés nacional para los Estados miembros. (...) "En particular con Estados Unidos, las ambiciones geopolíticas del Presidente de la Comisión se interpusieron en el camino de la consecución de acuerdos que habrían sido posibles".
Los últimos acontecimientos quizá den motivos para albergar alguna esperanza. Durante una visita a Estados Unidos a principios de marzo, el Ministro alemán de Economía, Robert Habeck, abogó por un "minitratado de libre comercio" para determinados productos técnicos entre la UE y Estados Unidos, mencionando así bienes industriales, baterías, semiconductores y materias primas críticas.
Conclusión
El historial de política comercial de la Comisión de Ursula von der Leyen es cualquier cosa menos impresionante, desde el fracaso a la hora de cerrar nuevos acuerdos comerciales, pasando por el debilitamiento de los flujos comerciales existentes, hasta el empeoramiento de las tensiones comerciales con los otros dos gigantes del comercio, Estados Unidos y China. Que todo esto signifique que Ursula von der Leyen no obtendrá un segundo mandato es, por supuesto, una historia completamente distinta. En Bruselas, el fracaso no es precisamente una razón para no ser recompensado.