La mendaz excusa del líder nacional en la fabricación de bulos choca frontalmente con el hecho de que su mujer haya tenido que contratar a un abogado -el ex ministro Antonio Camacho- para defenderla ante los tribunales; choca además con lo que hoy se extrae de las diligencias previas abiertas en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid en las que se examina el posible tráfico de influencias y corrupción en los negocios de Begoña; choca, por si fuera poco, con el encargo que el juez Juan Carlos Peinado ha hecho a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que se ocupa de la investigación de tramas delictivas/criminales.
No. A pesar de lo que señala el líder nacional en la fabricación de bulos, una investigación delictiva/criminal no se abre por una mera “manifestación de interés”. La admisión de la denuncia por el órgano jurisdiccional no se monta sobre bulos sino sobre hechos indiciariamente o susceptibles de ser probados, ni pone en la picota a nadie que no pueda ser condenado, con la presunción de inocencia por delante, por ser un delincuente. La admisión es la primera resolución de un juicio contra un malhechor y un impulso para dar curso a la tramitación de la causa, con la correspondiente notificación a la persona jurídica o física -se llame Begoña o Pepito- a la que se investiga por sus actividades presuntamente delictivas.
Los tribunales tendrán que hacer su trabajo en las próximas horas. Sánchez, como líder nacional en la fabricación de bulos, sigue con el suyo: el de pretender implantar una neolengua orwelliana que le salve -y a su esposa- de la quema.
Una maniobra más, propia de un tiranuelo que, como en la novela de Orwell, no conoce límites en sus capacidades y sus planes para seguir condicionando y moldeando el pensamiento de rebaño de esa parte de la sociedad española que aún, misteriosamente, sigue a pie juntillas, las falacias y acusaciones y demás patrañas del campeón nacional de fabricación de bulos.